Ayahuasca

16 de mayo de 2010

El ayahuasca riega la tierra desconocida.

Ayahuasca, que para nosotros no es placer fugitivo, ventura o aventura sin semilla. El ayahuasca es puerta, sí, pero no para huir sino para eternar, para entrar a esos mundos, para vivir al mismo tiempo en esta y en otras naturalezas, para recorrer las provincias de la noche que no tiene distancia, inabarcables.

CD-NIXI-PAE Es por eso que la luz del ayahuasca es negra. No explica. No revela. En lugar de develar misterios, los respeta, los vuelve más y más misteriosos, más fértiles y pródigos. Riega la tierra desconocida: esa es su manera de alumbrar.

Y cuando lo invocamos con urgencia, con hambre y con respeto, con esa entonación de agua finita, de agua que pasa por entre el abrazo de dos piedras redondas, ayahuasca es el costado de un cuchillo de piedra. Con él separamos el cuerpo de sus ánimas… Si un ánima está enferma, o si corre peligro, la divorciamos de su materia dura, negamos el contagio, lo empalamos, el ayahuasca nos enseña el origen y la ubicación del mal, nos dice con qué hierbas, con qué icaros debemos espantarlo. Y si un cuerpo está enfermo, igual: lo desprendemos de su ánima para que no la pudra, aislamos igualmente los lugares del daño, sabemos qué raíces mantienen al cuerpo espiritual y al ánima material distantes, separados, hasta que la carne resucite en el preciso corazón de la salud.

Y esto que no es nada, es todo. Hay dones, hay poderes, hay mandatos. No hay milagro, en el sentido que tu pensamiento le está dando ahora a la palabra milagro. No hay milagro en la cura, no en la invocación, ni antes ni después del ayahuasca. Hay raíces y jugos de raíces, hay cortezas precisas para esto y lo otro, varios tipos de lluvia que se bebe, y también ciertas piedras. De qué manera, en qué caso utilizarlos, cuándo y cómo segarlos y prepararlos, eso es lo que sabe el ayahuasca, eso nos lo transfiere si así lo considera, si el ánima o el cuerpo lo merecen.

Eso es todo, y es nada, ya te dije. Cuando se sabe llamar al ayahuasca, es fácil todo imposible. No hay error, no hay milagro. Hay lo que merecemos conocer y lo que merecemos ignorar. Todo es merecimiento”.

(Las tres mitades de Ino Moxo. César Calvo). MATH8657