Ayahuasca

28 de julio de 2013

¿Cuál es el elemento central en la vida común del hombre? - Osho

¿Cuál es el elemento central en la vida común del hombre? ¿Dios? No. ¿El alma? no ¿La verdad? No. ¿Qué hay en el núcleo del hombre? ¿Qué es lo que más estimula al hombre común, desde su "psicología profunda", un hombre promedio, que nunca medita, nunca busca el alma, nunca realiza un peregrinaje? ¿La devoción?...No. ¿La oración?...No. ¿La liberación?.. No. ¿El nirvana?...No, en absoluto. Si intentamos descubrir el impulso más fuerte del hombre común, si buscamos la fuente de la fuerza vital en el hombre, no encontraremos ni a la devoción ni a Dios: ni la oración ni la sed por conocer. Encontraremos allí algo diferente, algo que está siendo olvidado, que no es enfrentado conscientemente, que nunca es evaluado. ¿Qué es ese algo? ¿Qué encontrarás si diseccionas, analizas el fundamento del hombre, ese "algo" que resplandece en el interior del hombre?

Dejando de lado al hombre y concentrándonos en el reino animal o en el reino vegetal, ¿qué encontraríamos en el núcleo de todo? Observando las actividades de una planta, ¿Qué encontramos allí? ¿Adónde conduce su crecimiento? Toda su energía se dirige a producir una nueva semilla. Todo su ser está ocupado en producir una nueva semilla. ¿Qué está haciendo un pájaro? ¿Qué está haciendo un animal? Si observamos profundamente las actividades de la Naturaleza entera, encontraremos un solo proceso ocurriendo en forma entusiasta, y Este es, una "creación continua" - el proceso de procrear, de crear nuevamente diferentes formas de ser. Las flores tienen polen, semillas; los frutos tienen semillas. ¿Cuál es el propósito de la semilla? La semilla crecerá y se volverá una planta, una flor, fruto, semilla y así sucesivamente, y el ciclo se repetirá.... . El proceso de procreación en el "mundo vivo" es eterno. La vida es una fuerza que está ocupada continuamente en regenerarse a sí misma. La vida es creatividad, es un proceso de auto-creación.

Lo mismo es válido en el caso del hombre. A esta pasión, a este proceso, lo hemos bautizado con el nombre de "sexo". También se le llama lujuria. De allí han surgido otros nombres. Se ha transformado en un insulto. Y el acto mismo de desacreditarlo ha contaminado el ambiente.
Y entonces, ¿Qué es esta lujuria, pasión? ¿Cuál es el poder del sexo?

Desde tiempos inmemoriales, las olas del mar vienen, una tras otra, y se estrellan contra la playa. Las olas vienen, se rompen y regresan. Nuevamente vienen, empujan, luchan, se dispersan y regresan. La vida tiene una necesidad interna de progresar, de ir hacia adelante. Estas olas del mar, estas olas de la vida, tienen en sí una inquietud: existe un esfuerzo continuo por lograr algo. ¿Cuál es este propósito? Es un deseo inmenso por lograr una mejor posición. Es una pasión por lograr alturas más elevadas. Detrás de esta energía interminable, la vida lucha por alcanzar una vida grandiosa, una vida mejor.
No hace mucho, sólo unos pocos miles de años, que el hombre apareció en la tierra. Antes de eso, sólo había animales en ella. No hace tanto tiempo que los animales comenzaron a existir. Antes de eso, hubo un tiempo en el cual no había animales, sólo plantas. Y tampoco las plantas han estado en este planeta desde hace mucho. Antes que ellas aparecieran, solo había rocas, montañas, ríos y océanos.

¿Y con qué motivo se hallaba inquieto este mundo de rocas, montañas, ríos y océanos? Estaba luchando por producir plantas. Poco a poco, las plantas aparecieron en la existencia. La fuerza vital se manifestó en una nueva forma. La tierra se cubrió de vegetación. Siguió produciendo vida, procreó. Surgieron las flores, las frutas. Pero las plantas se sentían intranquilas. No se hallaban satisfechas consigo mismas. El impulso interno las llevaba a algo más elevado. Estaban ansiosas de producir al animal... y al ave. Entonces comenzaron a existir los animales y las aves. Ellos ocuparon este planeta por muchísimo tiempo, pero no había ningún hombre a la vista. El hombre estuvo siempre allí, inherente en los animales, esforzándose por romper la barrera para nacer... Y entonces, en su momento, el hombre apareció.

Y ahora, ¿en qué situación se encuentra el hombre? El hombre está esforzándose incesantemente para crear nueva vida. A esta tendencia la hemos llamado sexo; la llamamos "la pasión de la lujuria." ¿Cuál es la dimensión, el significado de esta "lujuria?” Este impulso básico se dirige a crear, a producir nueva vida. No desea terminar consigo misma... Pero, ¿Para qué? ¿Es acaso cierto que desde adentro el hombre está intentando crear un hombre mejor? ¿Una forma de vida más elevada que él mismo? ¿Es acaso cierto que la fuerza de la Vida se halla a la expectativa de un ser que es mucho mejor que el hombre mismo? Sabios, desde Nietzche hasta Aurobindo, de Patanjali a Bertrand Russell, han alimentado un sueño en lo más profundo de sus corazones, un sueño en el cual aparece un hombre superior a sí mismo. ¡Un superhombre! ¿Cómo puede surgir un hombre mejor que el Hombre?

Sin embargo, desde hace miles de años hemos condenado deliberadamente a este impulso de procrear. En vez de aceptarle, le hemos maltratado. Le hemos desacreditado hasta hacerle caer al punto más bajo. Le hemos ocultado y hemos simulado que no está allí, como si no hubiera espacio para Él en la vida, en la disposición de las cosas. Siendo que la verdad del asunto es que no existe nada tan vital como este impulso, al que debiera adjudicársele el lugar que legítimamente le corresponde. Con ocultarle y pisotearle, el hombre no se ha liberado. Al contrario: el hombre se halla ahora en una situación más enredada y peor que antes. La represión ha producido el resultado opuesto.

Alguien está aprendiendo a andar en bicicleta. El camino es grande y ancho. Hay una pequeña roca a un costado del camino. El hombre teme estrellarse contra la roca. Existe una posibilidad en cien de que choque contra esa piedra. Aun un ciego tiene las probabilidades totalmente a su favor en cuanto a pasar sano y salvo. Sin embargo, debido al temor a la roca, cl hombre se concentra solamente en ella. La roca cobra demasiada importancia en su conciencia. El camino se desvanece de su visión. Se halla hipnotizado, y es atraído por esa roca; y finalmente se estrella contra ella. Un novato choca contra aquello, una roca o un poste de energía eléctrico, de lo cual intenta, por todos los medios, salvarse. Y sin embargo, el camino era grande y amplio, ¿cómo se las arregló este hombre para accidentarse?
Según el psicólogo Kouye, una mente promedio se halla gobernada por la "Ley del Efecto Contrario". Nos estrellamos contra aquello que deseamos evitar1 pues el objeto del miedo se transforma en el centro de la conciencia: una precaución. Del mismo modo, el hombre ha estado intentando, durante los últimos cinco mil años, salvarse del sexo, y la consecuencia de ello es que se enfrenta con el sexo, en todas sus formas, en todos los rincones de su vida. La ley del efecto contrario ha capturado el alma del hombre.

¿No te has dado cuenta de que la mente es atraída, es hipnotizada por aquello que intenta eludir? La gente que enseñó al hombre a estar en contra del sexo es totalmente responsable del hecho de que la mente humana está llena de sexo. La sexualidad exacerbada del hombre se debe a enseñanzas pervertidas. Hoy en día, nos sentimos temerosos de hablar acerca del sexo. ¿Por qué sentimos un "temor moral" frente a este tema? Eso se debe a la suposición de que el hombre se volverá más sexual si habla de sexo. Esta idea es totalmente errónea; después de todo, existe una amplia diferencia entre "sexo" y "sexualidad". Nuestra sociedad sólo se verá liberada del fantasma del sexo si desarrollamos el valor necesario para hablar acerca del sexo en forma racional y sana. Sólo podremos trascender el sexo si lo comprendemos en todos sus aspectos.

No podrás liberarte si cierras los ojos frente a un problema. Aquel que cree que el enemigo desaparecerá si cierra los ojos, está loco. En el desierto, el avestruz piensa de la misma manera. Entierra su cabeza en la arena y cree que, puesto que no puede ver al enemigo, el enemigo no está allí. Este tipo de lógica es perdonable en el caso de un avestruz, pero en el caso del hombre, resulta imperdonable. El hombre no se ha comportado mejor que un avestruz en el caso del sexo. Cree que el sexo se desvanecerá si lo ignora, si cierra sus ojos. Si milagros como esos ocurrieran, la vida sería fácil, serìa muy fácil vivir en el mundo. Sin embargo, desgraciadamente, nada desaparece con sólo cerrar los postigos. Al contrario: esta es una prueba de que le tememos, de que su atracción es más poderosa de lo que podemos resistir. Cerramos nuestros ojos porque nos damos cuenta que no podemos reprimirlo. Cerrar los ojos es señal de debilidad, y la humanidad entera es la culpable.
El hombre no sólo ha cerrado abiertamente los ojos frente al sexo, sino que además, con ello se ha involucrado en una cantidad de conflictos internos. Las devastadoras consecuencias de esto son demasiado bien conocidas como para enunciarlas. El noventa y ocho por ciento de los enfermos mentales, los neuróticos, lo están debido a la represión del sexo. La causa del noventa y nueve por ciento de las histerias y enfermedades similares que sufre la mujer, son desórdenes sexuales. La causa principal del miedo, la duda y la ansiedad, la tensión del hombre contemporáneo, es la presión de la pasión, la lujuria. El hombre le ha dado la espalda a una marejada intrínsecamente poderosa. Sin intentar comprenderla, nuestros ojos están cerrados debido al miedo, y las consecuencias de esto han sido demoledoras.

Para comprender esto, el hombre debiera revisar su literatura, el espejo de su mente. Si un hombre de la Luna o Marte viniera aquí y revisara nuestra literatura, leyera nuestros libros y poesía, viera nuestras pinturas... se sorprendería. Se preguntaría por qué todas nuestras artes y literatura giran sólo en torno al sexo. ¿Por qué todas las poesías, novelas, revistas e historias del hombre se hallan saturadas de sexo? ¿Por qué hay una fotografía de una mujer semi desnuda en todas las revistas? ¿Cómo es que todas las películas hechas por el hombre están hiladas en torno a la lujuria y la pasión? Estaría perplejo. ¡Este visitante extraterrestre se preguntaría por qué el hombre sólo piensa en sexo!. Se vería doblemente confundido si se encuentra con un hombre y habla con él, pues éste se esforzará mucho por darle la impresión de que no tiene nada que ver con la existencia del sexo.

Y viceversa: el hombre hablará acerca de Dios, el paraíso, la liberación, etc. No dirá una palabra acerca del sexo, aun cuando todo su ser se halla infectado de ideas respecto al sexo. El extraterrestre quedaría estupefacto al darse cuenta de que el hombre inventa innumerables artificios para satisfacer ese deseo del cual no articula una palabra.

La religión orientada hacia la muerte ha llenado de sexo la mente del hombre.
También hemos pervertido al hombre desde otro ángulo. ¡Y eso en nombre de elevados ideales! Le mostramos el pináculo dorado del celibato, brahmacharya, pero no se entrega ninguna indicación para colocar el pie en el primer peldaño, para comprender la base. En primer lugar, debiéramos aceptar y comprender al sexo, el impulso fundamental, y sólo entonces podríamos esforzamos por trascenderlo, por sublimarlo, que es el modo para alcanzar la etapa del celibato. Sin comprender esta fuerza de vida fundamental en todas sus formas y facetas, todos los esfuerzos por restringirla o suprimirla tornarán al hombre en un loco enfermo e incoherente. No nos concentramos en esta enfermedad principal y hablamos de los altos ideales del celibato. El hombre nunca ha estado tan enfermo, tan neurótico, tan infeliz, tan desgraciado. El hombre está pervertido. Está envenenado desde sus mismas raíces.

 Osho. El libro del sexo.






27 de julio de 2013

El camino del amor

El camino del amor no es
una discusión sutil.

La puerta que a él lleva
es la devastación.

Las aves, con su libertad, trazan
inmensos círculos celestes.
¿Cómo aprenden a hacerlo?

Caen y, al caer,
se les dan alas.

Rumi


25 de julio de 2013

El Tao

Hay algo sin forma y perfecto
que existía antes que el universo naciera.
Es sereno. Vacío.
Solitario. Inmutable.
Infinito. Eternamente presente.
Es la madre del universo.
A falta de un nombre mejor
lo llamo Tao.

Fluye a través de todo,
dentro y fuera de todo,
y al origen de todo retorna.

El Tao es grande.
El universo es grande.
La tierra es grande.
El hombre es grande.
Estos son los cuatro grandes poderes.

El hombre sigue a la tierra.
La tierra sigue al universo.
El universo sigue al Tao.
El Tao se sigue a sí mismo.
Tao Te Ching. Lao Tzu

20 de julio de 2013

La mente y la espiritualidad

“Existe un problema fundamental con nuestra vida y con nuestro ser básico. El problema es que estamos sumergidos en una lucha continua para sobrevivir y mantener nuestra posición. Continuamente estamos intentando aferrarnos a una imagen sólida de nosotros mismos. Y luego, nos vemos en la obligación de tener que defender ese concepto fijo en particular. En consecuencia, hay lucha y confusión, hay pasión y agresión, y surgen toda clase de conflictos. Desde el punto de vista del budismo, el desarrollo de la auténtica espiritualidad consiste en ir más allá de esta fijación básica, es decir, del intenso apego que sentimos por esta entidad concreta que llamamos ego.

Tendremos que investigar qué es el ego. ¿A qué nos estamos refiriendo? ¿Quienes somos? Debemos examinar nuestro estado mental. La espiritualidad está basada en la mente. Según el budismo, la mente es lo que diferencia a los seres conscientes de las rocas, los árboles o el agua. La mente posee conciencia discriminadora y también un sentido de dualidad que le lleva a aferrarse o a rechazar las cosas. La “mente” es capaz de proyectar y percibir objetos distintos a ella misma.

En consecuencia, cuando utilizamos el término “mente”, estamos refiriéndonos a algo muy específico. No se trata de algo vago e inquietante que se encuentra más o menos en la cabeza o en el corazón, algo que sucede y existe de la misma manera que sopla el viento o crece la hierba. Al contrario, es algo muy concreto.

La mente es la única base de trabajo que tenemos para la práctica de la meditación. Sin embargo, la mente es algo más que el proceso de afirmación de la existencia del yo gracias a la proyección dual en lo otro. La mente también abarca lo que conocemos como “emociones”. La mente no puede existir sin emociones. Las fantasías y los pensamientos discursivos no son suficientes puesto que, por sí solos, serían demasiado aburridos y, en tal caso, la trampa de la dualidad también sería excesivamente simple. En consecuencia tendemos a crear olas de emociones -pasión, agresión, ignorancia, orgullo, etc- que suben y bajan de continuo. Al principio las creamos intencionadamente, como un juego para tratar de demostrarnos que existimos pero, con el tiempo, ese juego se convierte en una lucha.

Hemos creado un mundo agridulce. Hay cosas que, si bien resultan divertidas, al mismo tiempo no lo son tanto. En ocasiones, algo que nos parece terriblemente gracioso, también conlleva un elemento de profunda tristeza. La vida posee una cualidad de juego, creada por nosotros mismos, que nos mantiene completamente atrapados. Pero, en realidad, es la estructura de la mente la que ha creado todo. Tal vez nos estemos quejando del gobierno, de la economía del país o de los tipos de interés bancario, pero todos estos factores son secundarios. El proceso original que se halla en la raíz de los problemas es la competitividad resultante de verse a uno mismo solamente como un reflejo del otro. A partir de ahí emerge automáticamente todo tipo de situaciones conflictivas que no son sino nuestra propia creación, nuestra propia obra. Y eso es, en definitiva, lo que llamamos mente”.


Chogyam Trungpa. El corazón de Buda


19 de julio de 2013

La espiritualidad es estar dispuesto a caer de bruces - Adyashanti

TS: Has mencionado que todos los caminos espirituales acaban por llevarnos a un estado de rendición completa. Pero, ¿qué sucede si las partes de nosotros que no quieren rendirse están escondidas, muy adentro en la psique? Conscientemente, podríamos rendirlo todo, pero alguna parte de nosotros, en nuestro inconsciente, aún podría aferrarse. ¿Cómo conseguimos que esos lugares ocultos salgan a la superficie? Puedo imaginar que escucho tus enseñanzas sobre la rendición y pienso: de acuerdo, básicamente entiendo. Ya sé lo que significa estar de rodillas. Ya sé lo que significa tirarme al suelo. Pero ¿qué ocurre con las partes de mí que no quieren rendirse? No son evidentes para mí.

ADYA: Es posible que no puedas hacer nada al respecto. Esto es lo que la gente evita más, ¿correcto? Dame algo; dame una enseñanza; dame algo de esperanza. Por supuesto, dentro de nosotros hay maneras totalmente inconscientes de aferrarnos, pautas de apego a las que no tenemos acceso. Tal vez no tengas acceso a ellas, punto. Fin de la historia. Eso es todo. Tendrás acceso a ello en el momento exacto en que debas tenerlo. Es posible que esto no nos guste. Es posible que a la gente no le guste oír esto, pero miremos nuestras vidas, no las filosofías o enseñanzas, lo que hemos elegido contarnos, ¿correcto?

Al menos en mi vida puedo mirar y ver que ha habido momentos en los que aún no tenía ciertas capacidades. Simplemente no estaban ahí. No tengo ni idea de qué podría haber hecho para sacarlas a la luz. En ciertos momentos, ni siquiera habría podido escuchar a alguien que me dijera cómo desarrollarlas.

Mi maestro me repitió ciertas cosas cientos de veces a lo largo de los años. Y sólo después de diez años llegué a pensar: “Oh... Ahora lo entiendo. Ahora ha calado en mí”. ¿Cómo iba a forzarlos diez años antes? ¿Podría haberlo forzado? No parece que pudiese haberlo hecho.

Es posible que esta no sea la enseñanza energetizante que buscabas, pero todo tiene su momento, todo tiene su lugar. El ego no controla lo que sucede. La vida controla lo que sucede. Insistir en que algo puede darnos el poder de manera inmediata para sumergirnos en nosotros mismos y ver todo lo que necesitamos ver para despertar es trabajar en sentido contrario a las experiencias de la gente.

Todo ocurre en su momento. Tú no lo controlas. Pero esto no es algo que queramos oír, ¿o sí? No es lo que nuestra mente desea. En general, queremos oír cosas que fortalezcan nuestra sensación de control. Y rechazamos radicalmente cualquier cosa que no fortalece nuestra sensación de control. Se lo digo a la gente constantemente. Cuando empiezas a aceptar lo que ves como verdadero -no lo que yo digo, sino tu experiencia- todo empieza a cambiar.

A veces las experiencias que apartamos de nosotros contienen las comprensiones más transformadoras y que más necesitamos. ¿Quién sospecharía que el hecho de ver que no hay nada, absolutamente nada que uno pueda hacer va a ser transformador? No se nos enseña a pensar así. Se nos enseña a evitar este conocimiento a toda costa. Incluso si forma parte de nuestra experiencia, año tras año, década tras década -incluso si continúas experimentando lo mismo una y otra vez- tienes el impulso de evitarlo, de no dejarlo entrar, de alejarlo. ¿Ves lo que digo?

Todos somos adictos. Verdaderamente todos somos adictos y lo que queremos es “estar colocados” y sentirnos libres. Es la misma dinámica. El alcohólico que trata de superar su adicción se da cuenta de que “no puedo hacer nada”. Mientras la persona continúe diciéndose: “Puedo hacer esto. Yo controlo. Puedo encontrar la manera de superar esto”, no va a ocurrir ninguna transformación. Tocar fondo no es más que salir de la negación. No puedo hacer nada y mira dónde estoy. Necesitamos tener un espejo delante de nosotros para poder ver lo que vemos.

Para mí, la espiritualidad es estar dispuesto a caer de bruces. Por eso, a mis discípulos les digo constantemente: “Mi camino era el camino del fracaso”. Todo lo que intenté fracasó. Eso no significa que el intento no tuviera un papel importante. El esfuerzo tuvo su papel. La lucha tuvo su papel.

Pero tuvo un papel porque me llevó al final. Bailé ese baile hasta que se acabó. Sin embargo, fracasé. Fracasé en el intento de meditar bien, de hallar la verdad. Todo aquello que usé para tener éxito espiritualmente fracasó. Pero en el momento del fracaso es cuando todo se abre.


(Entrevista a Adyashanti. pp 185-186. El final de tu mundo. Ed. Sirio).



12 de julio de 2013

Cuando nació mi tristeza


Cuando nació mi Tristeza la crié con cariño y la cuidé con amorosa
ternura.

Y mi tristeza creció como todas las cosas vivientes: fuerte y bella y llena de delicias sorprendentes.

Y nos amábamos el uno al otro, mi Tristeza y yo, y amábamos al mundo que nos rodeaba, porque la Tristeza tenía un corazón bondadoso y el mío era bondadoso con la Tristeza.

Y conversábamos, mi Tristeza y yo, nuestros días eran alados y nuestras noches estaban enmarcadas de ensueños, porque la Tristeza tenía una lengua elocuente, y la mía era elocuente con la Tristeza.

Y cuando cantábamos juntos, mi Tristeza y yo, nuestros vecinos se sentaban en las ventanas para escuchar, porque nuestras canciones eran tan profundas como el mar, y nuestras melodías estaban llenas de extrañas remembranzas.
Y cuando caminábamos juntos, mi Tristeza y yo, la gente nos miraba con ojos tiernos y murmuraba palabras de inexpresable dulzura. Y había quienes nos miraban con envidia, porque la Tristeza era una cosa noble y yo estaba orgulloso con la Tristeza.

Pero murió mi Tristeza, como todas las cosas vivientes, y ya solo, me entregué al estudio y la meditación.

Y ahora, cuando hablo, mis palabras resuenan pesadas en mis oídos. Y cuando canto, mis vecinos no vienen a escuchar mis canciones.

Y cuando camino por las calles, nadie me mira.


Sólo en mi sueño oigo voces que dicen con pena: Mirad, ahí está el hombre cuya tristeza ha muerto.

(Tagore, R.) 


El Alquimista (intro 2)


Nuestra Señora, con el Niño Jesús en brazos, decidió bajar a la Tierra y visitar un monasterio. Orgullosos, todos los sacerdotes formaron una larga fila, y uno a uno se acercaban a la Virgen para rendirle homenaje. Uno declamó bellos poemas, otro mostró las iluminaciones que había realizado para la Biblia, un tercero recitó los nombres de todos los santos. Y así sucesivamente, monje tras monje, fueron venerando a Nuestra Señora y al Niño Jesús. 

En el último lugar de la fila había un monje, el más humilde del monasterio, que nunca había aprendido los sabios textos de la época. Sus padres eran personas humildes, que trabajaban en un viejo circo de los alrededores, y todo lo que le habían enseñado era lanzar bolas al aire haciendo algunos malabarismos.

Cuando llegó su turno, los otros monjes quisieron poner fin a los homenajes, pues el antiguo malabarista no tendría nada importante que decir o hacer y podía desacreditar la imagen del convento. Pero en el fondo de su corazón, también él sentía una inmensa necesidad de dar algo de sí a Jesús y la Virgen.

Avergonzado, sintiendo sobre sí la mirada reprobatoria de sus hermanos, sacó algunas naranjas de su bolsa y comenzó a tirarlas al aire haciendo malabarismos, que era lo único que sabía hacer.

Fue en ese instante cuando el Niño Jesús sonrió y comenzó a aplaudir en el regazo de Nuestra Señora. Y fue hacia él a quien la Virgen extendió los brazos para dejarle que sostuviera un poco al Niño.

(El alquimista. Paulo Coelho)


11 de julio de 2013

Extraido de El Alquimista...

"Yendo ellos por el camino entraron en cierto pueblo. Y una mujer, llamada Marta, los hospedó en su casa.

Tenía ella una hermana, llamada María, que se sentó a los pies del Señor y permaneció allí escuchando sus enseñanzas.
Marta se agitaba de un lado a otro, ocupada en muchas tareas. Entonces se aproximó a Jesús y le dijo:
-¡Señor! ¿No te importa que yo esté sirviendo sola? ¡Ordena a mi hermana que venga a ayudarme!
Respondióle el Señor:
-¡Marta, Marta! Andas inquieta y te preocupas con muchas cosas.
María, en cambio, escogió la mejor parte, y ésta no le será arrebatada".

Lucas, 10, 38-42 

(Fragmento de El Alquimista, Paulo Coelho).


Actualizacion de fechas actividades:


25-27 Julio 2013 retiro
1-4 Agosto 2013 retiro
5 Agosto Ceremonia Slovakia
14-19 Agosto 2013 retiro
31 Agosto Ceremonia Portugal
1-9 Septiembre Dieta en Puerto Maldonado

más información escribir a info@nixipae.com