Ayahuasca

27 de mayo de 2016

La liana del muerto o el camino del no ser - Alonso del Río

La palabra ayawaska está compuesta por dos voces: aya, que quiere decir “muerto” o “espíritu”, y waska que significa soga, liana. Puede traducirse entonces como la “liana del muerto” o “la soga del espíritu”. Lo primero que hay que notar es su relación con la muerte. Mucha gente cuenta que, desde su primera toma -y otra en experiencias posteriores- sintió que literalmente “se moría”. Esto es algo bastante frecuente. De hecho, yo mismo he sentido más de una docena de veces que realmente me moría. Pero este viaje hasta la frontera de la misma muerte es solo la aproximación más cercana que podrás tener, consciente y voluntariamente, a ella. Ahora bien, en el momento del trance nadie puede convencerte de que no te estás muriendo. Parece totalmente real, y tienes que aprender a sobrellevarlo si quieres continuar este camino. No todas las experiencias tienen que ser obligatoriamente “de muerte”. Estamos hablando de una situación especial, muy intensa. Este encuentro con la muerte te deja lo bastante cerca para que después reflexiones sobre muchas cosas.

Recordemos alguna situación que nos haya acercado mucho a la muerte, como el fallecimiento de un ser muy querido. Toda la seriedad, la humildad, la sinceridad, el amor y el dolor que en esos momentos se sienten no dejan espacio para que nuestros tontos patrones mentales estén manipulándonos, por lo menos durante un tiempo. Esto nos da la clave para entender -al menos un poco- cómo y por qué cura. El ayahuasca es para mí un ritual de muerte y resurrección; te desarma y luego te vuelve a armar. Si estamos enfermos -y de hecho todos lo estamos, por lo menos de ignorancia- lo más probable es sentir dolor, y esos momentos finales hacen que busquemos con máxima sinceridad todos nuestros errores y pidamos perdón, desde un lugar muy profundo. Hay un deseo innato e inevitable de querer partir en paz. Finalmente, cuando vamos saliendo de ese estado y vemos que sólo fue un gran susto, regresamos con la mente en calma y un sentimiento de profunda paz y gratitud sin límites.

He podido ver casos de gente que antes de terminar la ceremonia ya habían vuelto a caer en sus viejos patrones mentales, mientras que a otros se les va disolviendo en varios días. Lo interesante es que enciende una pequeña luz en tu interior que te permite ver cosas que son urgentes de cambiar. El ayahuasca te puede mostrar las cosas pero es enteramente tu responsabilidad si realizas o no los cambios. (…) Ella te brinda una oportunidad y no hay garantía de nada. Es es, justamente, una de las primeras reglas que debemos aprender. Así como el ayahuasca es en sí misma un compuesto -chacruna y ayahuasca- al mezclar la energía del ayahuasca con tu propia energía se produce una nueva combinación. Por eso, siempre el efecto será distinto para cada uno. Se podrán escribir miles de libros pero ninguno te dirá más que una sola experiencia. Cada uno puede hablar de lo que es el ayahuasca para sí mismo, pero nadie puede hablar de lo que el ayahuasca es en sí misma. Lo más que nos podremos acercar con las palabras es diciendo que es demasiado. Sinchi Sinchi medicina -“demasiada medicina”, cantaban los abuelos.

Entonces, la pregunta es obvia: si es así, ¿para qué tomar esta medicina? La respuesta no se puede dar desde la generalidad. Cada uno la tendrá después de conocerla un poco, cada quién sabrá y sentirá si es bueno tomarla o no.

El camino de no ser

Recuerdo muy bien las primeras ceremonias en el año 1979. Luego de tomar las diez primeras veces, creí que lo comprendía todo. Luego de tomar un año, pensé que entendía el 90% de la cosas. Después de cinco años, creí que, en realidad sólo entendía un 10%. Hoy, después de casi 30 años, estoy convencido de que no sé nada, y recién comprendo algo. Evidentemente, después de tomar ayahuasca todo este tiempo, algo se aprende, y mi conocimiento es mayor que el de años atrás, pero comparativamente no es nada con relación a la intuición de lo infinito.

En este tiempo, todos quieren todo rápido, y este camino no es así. Un sendero sagrado es para toda la vida y te puede costar 30 años simplemente descubrir que no sabes nada. Así que cuando viene gente a pedirme que les enseñe, les pregunto si, realmente, tienen tiempo para aprender, pues muchos se imaginan que esto puede ser asimilado a manera de una técnica y, en pocos meses, estar haciendo ceremonia por todo el mundo y enriquecerse con ellas. Cuando alguien me pide que le enseñe el camino de la medicina y me dice que quiere hacer ceremonias, les digo que, desde el pedido formal hasta poder darles una bendición para hacerlas, pueden pasar muchos años. Entonces, me miran apenados como diciendo “¿por qué tanto?” y van a otro que los inicie como chamanes en tres meses.

Estamos quienes hemos seguido por años las enseñanzas de un maestro -la formación tradicional, ayunos y meses de dieta- y quienes han hecho el curso de tres meses. Sin embargo, la medicina es tan generosa que permite que, a través de estos canales no tan claros, llegue la curación a mucha gente, porque la necesidad es grande. Aún así, es lamentable por aquellos imprudentes, pues no hay papel más ingrato y precario que el del usurpador. El verdadero poder es de la medicina, no del curandero.

El ayahuasca puede ser capaz de curate de las enfermedades más extrañas y complicadas, físicas y mentales, y puede deslumbrarte con las visiones de todo su esplendor, pero el que no conoce puede creer que esa maravilla no proviene de la medicina, sino de la persona que hace la ceremonia.Y si esta no tiene la honestidad de poner las cosas en claro, se vuelve una usurpadora robando el mérito a su verdadero dueño. 

Por otro lado, la miopía de quienes no ven la importancia de pertenecer a una tradición, de sentirse agradecidos y protegidos por estar entroncados en un linaje verdadero, no es sino una expresión típica de la mente occidental, cuyo entendimiento del respeto es prácticamente nulo. Por más ayahuasca que tomen, no cambiarán si no aprenden que la lección número uno se llama respeto. Alguien entrenado en un camino sagrado no arranca una hoja sin pedir permiso, no recoge una piedra sin agradecer, no toma una vida si no es necesario y, si lo es, reza mucho por ella. No se apropia de ritos e instrumentos o canciones sagradas sin haber recibido permiso para ello. El hombre del mundo moderno ignora todas estas cosas, se mueve por la tierra tomando todo lo que quiere, todo lo que puede, sin saber pedir permiso. Todo tiene vida y, por eso, todo es sagrado, las piedras, las plantas, los animales, los humanos. 

Las dos cosas más importantes que hay que aprender en esta vida son pedir permiso y agradecer. El día que podamos recordar, en todo momento, que hasta en nuestra respiración está escondida esta gran enseñanza, habremos logrado la memoria. Sentir que pedimos permiso para existir cuando inhalamos y sentir que damos las gracias por la vida cuando exhalamos. Así de simple, así de simple.


Tawantinsuyo 5.0 Alonso del Río
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Más información sobre el trabajo de Alonso del Río:

En este centro el objetivo de tomar plantas sagradas  es el desarrollo de la consciencia
CONSCIENCIA = RESPONSABILIDAD

“El proceso de desarrollo de la consciencia pasa necesariamente por hacernos responsables de todas nuestras relaciones”

NUESTROS PROYECTOS 

En la actualidad trabajamos desarrollando dos proyectos sin fines de lucro:

1.- La escuela  Wiñaypaq: proyecto de educación intercultural  que busca rescatar los saberes ancestrales de la cultura andina. Actualmente brindamos educación gratuita y de calidad a ochenta niños y niñas de escasos recursos.

2.- Area de Conservacion Bahuaja (Puerto Maldonado, 132 hectáreas):  

Es una iniciativa que busca conservar cien hectáreas  de bosque primario y a la vez desarrollar pilotos que sirvan para demostrar la viabilidad de proyectos que permitan elevar el nivel económico de los pobladores amazónicos ayudando a reducir la presión sobre el bosque. 

Para mas información puedes buscar en nuestra pagina 

¿CÓMO PUEDO AYUDAR?

Ambos proyectos son desarrollados gracias a las donaciones de hermanas y hermanos que resuenan apoyando esta responsabilidad.

1.- Si tienes la posibilidad de hacer una donación escríbenos a sralonso@yahoo.es

2.- Quienes estén interesados en integrarse al equipo, ofrecemos oportunidades de voluntariado en el Area de Conservacion Bahuaja. Buscamos voluntarios que puedan establecerse por lo menos dos semanas. Los interesados pueden escribir a areadeconservacion@gmail.com





   

9 de mayo de 2016

Mouros e pedras maxicas de Galicia

En las leyendas gallegas los mouros aparecen siempre vinculados a castros, rocas y penedosPor otra parte “mor” es también un prefijo latino que significa “muerte”. Nos encontramos pues con una raíz verbal presente en dos idiomas distintos y que se refiere tanto a la piedra como a los muertos.




En gallego “mouro” tienes tres acepciones. Como adjetivo significa “oscuro, negro” (del latín "maurus"). Como nombre significa “moro” (traducción al gallego del castellano) y también se aplica para referirse a los “gigantes negros constructores de megalitos y que viven bajo tierra”. En esta última acepción se aprecia claramente su derivación de la raíz “mor”en sus dos significados, ya que hace referencia a las construcciones de piedra y también a los muertos (los que viven bajo tierra). Es imposible datar todos los toponímicos gallegos en los que aparece la palabra mouro. Y seguro que en todos ellos encontrarás una mámoa, un dólmen, o un lugar de adoración.


Los “mouros” no son ni los moros ni tampoco personajes blancos y rubios, sino que son seres de gran tamaño, capaces de mover grandes piedras, cuyo color es oscuro y que viven bajo tierra. Los mouros jamás abandonan sus laberintos subterráneos, en donde ocultan enormes tesoros, pero las fadas, damas o donas (mal llamadas mouras) sí salen al exterior y entablan relación con los humanos. Son bellas mujeres que fueron encantadas y hechas prisioneras por los mouros y que aparecen al amanecer para peinar sus rubios cabellos con un peine de oro, o para hilar y tejer con hilos dorados. El oro y los rubios cabellos son símbolos de los rayos del sol, igual que ocurre en otras leyendas tradicionales indoeuropeas, y el final del cautiverio de la fada representa el amanecer, en el que el sol se libera de la prisión de la noche.

Otra opinión extraída del blog:


En un exceso de etimología ficción podríamos ver en la palabra dos raíces distintas. Una que la acercaría tanto a un prerromano mor (piedra) como al mors mortis latino (del que “morte” en gallego y “muerte” en español). Otra que la relacionaría con “ouro”, oro, todavía en lengua gallega actual.

Esos tres significados explicitan a la perfección las leyendas que rodean a esos seres mitológicos: habitan bajo las piedras erigidas como tumbas, como cementerios. Al mismo tiempo, esconden grandes tesoros de oro, debidos a la rapiña exterior y, sobre todo, a descubrimientos en virtud de haber excavado la tierra con frenesí (los mouros han construido un sistema arterial de túneles que recorre Galicia de norte a sur).
Los relatos acerca de esos fantástico habitantes de castros y túmulos son numerosísimos en Galicia. Aparecen a veces terribles, a veces codiciosos, a veces incluso bienhechores. Las mouras, por su parte, se adornan con epítetos propios de las diosas: mujeres de hermosura irresistible, en ocasiones reclamaban la ayuda del hombre para romper una maldición que las convertía en serpientes.

La moura-serpiente solía traer un clavel en la boca. Para acabar con el hechizo el hombre podía sacarle la flor o darle nueve besos. Este motivo de la sierpe es, precisamente, un nuevo cabo suelto que nos remite a una nueva simbología, también muy popular en Galicia y que conecta, de alguna manera, con un fondo histórico.

Rufo Festo Avieno había aludido a los Oestrymnios, habitantes de lo que era entonces Gallaecia. Este pueblo habría sido desalojado por una invasión de “serpientes”, por los saefes, denominación metafórica para designar la llegada de los celtas. Pero, como dijimos, el campesino gallego resumió elementos de unos y otros, dólmenes castros, serpientes y tesoros escondidos, bajo una misma rúbrica, misteriosa y enigmática, la de los mouros.

Los mouros/as se consideran en la mitología popular los constructores de dólmenes, túmulos, castros, minas romanas y por extensión todo aquel tipo de ruina cuyo origen se pierde en la memoria, como los castillos medievales o algunas casonas y palacios del siglo XVII cuyas entradas tenían forma de arcada.

Incluso en algunas leyendas se llega a decir que son antropófagos e incluso que tienen poderes mágicos. Se dice, por ejemplo, que dando una patada al suelo pueden abrir una brecha y entrar por ella al subsuelo donde se esconderían. En muchas de ellas se cuenta que aún viven actualmente escondidos bajo los túmulos y castros en grandes palacios. Estos palacios se dice que estaban llenos de tesoros por lo que hubo una época en el pasado en que se expoliaban los restos arqueológicos en busca de estos, destrozando parte de nuestro patrimonio histórico.


De la Wikipedia copiamos:

La voz latina maurus (de donde el gal. mouro) para el filólogo Isodoro Millán procede del celta mrvos afín al término indoeuropeo mr-tuos, que nos conduce al latín mortuus. De ahí que muchos autores sostengan que los mouros eran razas ya desaparecidas, muertos. Para otros su nombre está relacionado con el gallego ouro. Y es que los mouros eran criaturas que vivían en el subsuelo en guaridas y túneles bajo la tierra, donde —dependiendo de la zona— se dedicaban a la extracción del oro (de ahí el porqué de su nombre). Eran presentados como «no bautizados» y paganos (hay que recordar que Galicia estaba muy influenciada por la iglesia en esos momentos). Los mouros trabajaban en la orfebrería y en algunos casos eran oscuros de piel, como si fuesen gente ajena a la tierra gallega, mientras que las mouras tenían fama de hechiceras y eran pelirrojas ("rubio" es usado en gallego para referirse al color rojo, no al amarillo como comúnmente se piensa) de tez blanca. Son iguales a los humanos excepto en que viven bajo tierra, son ricos, tienen poderes mágicos o viven bajo algún encantamiento; se suelen aparecer a personas en solitario proponiéndoles pruebas de valor, o bien realizan negocios o intercambios con los humanos de los cuales éstos son pagados con oro, excepto si cuentan a los demás el origen de su riqueza (el negocio con el mouro) en que el oro se convierte en piedras o carbón. También poseían fama de guardianes de fabulosos tesoros, que constituyen el origen de la riqueza de varias familias.

Es habitual que en la mentalidad de los campesinos, a pesar de que los mouros eran poderosos y paganos, vivían de una forma muy similar a la del pueblo gallego campesino dado que este pueblo no conocía otra forma de vida; los mouros daban sepulturas a sus muertos y los honraban, escuchaban misas de su culto y tenían sus propios sacerdotes mouros. Además, les gustaba comer carne, beber vino y danzar por las noches, además de ser muy dados (las mouras especialmente) a intentar seducir a los campesinos. También solían hacer tratos con los aldeanos mediante los cuales el cristiano debe entregar periódicamente algo al mouro (normalmente leche, vino o algún bien de los que el mouro no disponía) y este le paga un alto precio, mas el mouro exige total discreción respecto del pacto. De no poder aguantarse el campesino sin contarlo, el mouro era implacable a la hora de cortar este trato.


En Galicia a esas mouras y mouros se les considera tradicionalmente anteriores a los romanos (Risco, V. 1927, 8). Este termino se utiliza con el mismo sentido que la palabra muerto, es decir, un ser que ya no pertenece a la comunidad de los cristianos vivos. Etimológicamente, según Millán González Pardo, tiene un origen muy significativo pues es una palabra relacionada con el céltico *mrvos, afín, aunque diferente en la forma, con el término indoeuropeo que produjo el latín mortuus (*mr-tuos).

De ella procede también directamente la voz que utilizaron los celtas luso-gallegos: maruos = muerto (Millán González-Pardo, 1990, 550). Ahora bien, el término muerto no tenía, como lo tiene para nosotros, el significado de fin absoluto de algo vivo. La muerte era un tránsito, un paso de un estado de existencia a otro, necesario para introducirse en el mundo de los antepasados en el que se seguía viviendo.

De manera que el muerto, no es tal, sino un antepasado, un ancestro que vive permanentemente en nuestro recuerdo y que interviene en nuestras decisiones y comportamiento. Y el mouro y la moura son, igualmente, los antepasados remotos, los desaparecidos hace mucho tiempo.



Antes de empezar hay que aclarar un punto importante: mouros y mouras no son lo mismo.
Aunque actualmente a nivel popular ambas criaturas no se diferencien, sí se diferenciaban en su momento y por lo tanto aquí hablaremos de ellos de forma diferenciada como corresponde, sobre todo porque cada uno cumple una función distinta. Por lo tanto no debemos confundir a las mouras con la raza mítica de los mouros, ni pensar que éstos son sus acompañantes masculinos, aunque en algunos relatos se suelen mezclar a los unos con las otras por la sencilla razón de que sus apariciones también tienen lugar en los mismos territorios: en los castros y en los túmulos.
Los mouros básicamente, pertenecerían a una raza de seres ancestrales (con manifestaciones actuales), mientras que las mouras pertenecen al llamado mundo de los elementales o espíritus de la naturaleza.
Sobre los mouros empezó a escribir Vicente Risco en Os mouros encantados en la Revista Nós (1927) y también existen referencias a ellos en trabajos llevados a cabo por catalogadores de los castros gallegos, de monumentos del pasado o de ciertos espacios de especial significación local.
¿Qué o quiénes son?
Los mouros son, según las leyendas, “los constructores de los castros, túmulos castillos, petroglifos, rocas, cuevas, etc. Son un pueblo mágico, hoy escondido bajo tierra. A nuestro parecer, son los antiguos habitantes de Galicia, transformados y encantados” (González Reigosa, 2008:171,172). Durante el transcurso del tiempo, la palabra mouro pasó a ser usada como “otro”, “extraño”, “antiguo”, para hablar de cualquier cosa o hecho del pasado que no se podía explicar por otra vía.
En muchas de las historias que podemos leer sobre ellos se les atribuyen cualidades que se contraponen a los labradores, esto era la mayoría de la población gallega hasta bien entrado el siglo XX. En ellas se les describe con una vida poderosa y regalada que es todo lo contrario a lo que era la vida en Galicia.
Miranda recoge un breve cuento de los mouros que permite hacer un bosquejo gráfico de la idea que tenía el pueblo de estos personajes:
“Debajo de los castros está enterrado un mundo oscuro y misterioso que es el lugar de residencia de los mouros. Es un complejo laberinto de cuevas, galerías, túneles y minas escavadas bajo tierra. En él guardan una gran cantidad de tesoros y riquezas. Los túneles y galerías comunican a menudo con un río, fuente o pozo en donde los moradores de los castros acuden a beber, intentando no dejarse ver, o por el agua para ellos y su ganado y para dar de beber a sus caballos. Los restos de las viviendas castreñas, de los recintos defensivos y mismo de los vestigios arqueológicos más comunes son todos obra de los mouros soterrados” (2001:14). “Hacen vida nocturna y normalmente son de color negra o terrosa, aunque algunos son rubios y blancos, luminosos. […] A pesar de su calidad de mágicos, hacen actividades propias de los humanos: cocinan, lavan, tuercen la ropa, la tienden en los monumentos, van por agua…” (Miranda et. al, 2001:17).

Una breve reseña a la Pedra dos Mouros de Paradela, en Meis:


(Este texto ha sido reelaborado a partir de diferentes versiones en internet de las que he citado al menos aquellas que tengo acceso: wikipedia, turismoenxebre.com y sobreleyendas.com www.galicia-meiga.com 
No es mi intención copiar o plagiar contenido ajeno sino compartir un poco del contenido para que los interesados puedan visitar la web original y ampliar la información).