Ayahuasca

24 de diciembre de 2018

El samsara, la impermanencia y la muerte

Si contemplamos nuestra vida veremos claramente cuántas tareas sin importancia, a las que llamamos «responsabilidades», se acumulan para llenarla. Un maestro las compara a «hacer la limpieza de la casa en sueños». Nos decimos que queremos dedicar tiempo a las cosas importantes de la vida, pero nunca tenemos tiempo. El mero hecho de levantarnos por la mañana supone una multitud de tareas: abrir la ventana, hacer la cama, ducharse, limpiarse los dientes, dar de comer al perro o al gato, fregar los platos de la noche anterior, descubrir que te has quedado sin azúcar o café, salir a comprarlo, preparar el desayuno... Es una lista interminable. Luego hay que buscar la ropa, elegirla, plancharla, volverla a guardar. ¿Y el cabello? ¿Y el maquillaje? Desvalidos, vemos cómo se nos llenan los días de llamadas telefónicas y proyectos triviales, de responsabilidades y responsabilidades... ¿O no deberíamos llamarlas «irresponsabilidades»?

Parece que nuestra vida nos vive, que posee su propio impulso imprevisible, que se nos lleva; en último término, nos parece que no tenemos elección ni control sobre ella. Naturalmente, esto a veces nos hace sentir mal, tenemos pesadillas y despertamos sudorosos, preguntándonos: «¿Qué estoy haciendo de mi vida?». Pero nuestros temores sólo duran hasta la hora del desayuno; aparece el maletín y volvemos a estar donde empezamos.

La palabra «cuerpo» en tibetano es , que quiere decir «algo que se deja atrás», como el equipaje. Cada vez que decimos , recordamos que sólo somos viajeros refugiados temporalmente en esta vida y este cuerpo.

Me gusta mucho el siguiente consejo de Patrul Rimpoché:

Ten presente el ejemplo de una vaca vieja,
que se da por satisfecha durmiendo en un cobertizo. Tienes que comer, dormir y cagar,
eso es inevitable,
lo demás no es asunto tuyo.

A veces pienso que el mayor logro de la cultura moderna es su brillante manera de vender el samsara y sus distracciones estériles. La sociedad moderna me parece una celebración de todas las cosas que alejan de la verdad, que hacen difícil vivir para la verdad y que inducen a la gente a dudar incluso de su existencia. Y pensar que todo esto surge de una civilización que dice adorar la vida, pero en realidad la priva de todo sentido real; que habla sin cesar de «hacer feliz» a la gente, pero que de hecho obstruye su camino a la fuente de la auténtica alegría.

Este samsara moderno se alimenta de la misma ansiedad y depresión que induce en todos nosotros y que fomenta cuidadosamente con una maquinaria de consumo que necesita mantenernos deseosos para continuar funcionando. El samsara es muy organizado, versátil y refinado; nos asalta con su propaganda desde todos los ángulos y crea a nuestro alrededor un entorno de adicción casi inexpugnable. Cuanto más intentamos escapar, parece que más caemos en las trampas que con tanto ingenio nos tiende. Jikmé Lingpa, maestro tibetano del siglo XVIII, dijo: «Hipnotizados por la variedad misma de las percepciones, los seres vagan perpetuamente errantes por el círculo vicioso del samsara».

Así obsesionados por falsas esperanzas, sueños y ambiciones que prometen felicidad pero sólo conducen a la desdicha, somos como personas que se arrastran por un desierto sin fin, muertas de sed. Y todo lo que este samsara nos ofrece para beber es un vaso de agua salada que intensifica nuestra sed.

Hacer planes para el futuro
es como ir a pescar en un barranco seco;
nada sale jamás como quieres;
renuncia pues a todos tus proyectos y ambiciones. Si has de pensar en algo, que sea
en la incertidumbre de la hora de tu muerte...

Hemos de darnos una sacudida de vez en cuando y preguntarnos seriamente: «¿Y si muriera esta noche? Entonces, ¿qué?». No sabemos si mañana despertaremos, ni dónde. Si después de espirar el aire no podemos volver a inspirar, nos morimos. Así de sencillo.

Que nos tomemos la vida en serio no quiere decir que debamos pasarla toda meditando como si viviéramos en las montañas del Himalaya o en el Tíbet de los antiguos tiempos. En el mundo moderno hemos de trabajar y ganarnos la vida, pero no debemos enredarnos en una existencia «de nueve a cinco» sin prestar ninguna consideración al sentido profundo de la vida. Nuestra tarea consiste en encontrar un equilibrio, encon- trar el camino del medio, aprender a no volcarnos en preocupaciones y actividades accidentales, sino a simplificar nuestra vida cada vez más. La clave para encontrar un equilibrio feliz en la vida moderna es la sencillez.

En el budismo, este es el verdadero sentido de la palabra disciplina. Así pues, la disciplina consiste en hacer lo que es justo o apropiado; es decir, en una época excesivamente complicada, simplificar nuestra vida. Lo que hayamos hecho con nuestras vidas es lo que somos cuando morimos. Y cuenta todo, absolutamente todo.

Cuando se acercaba a la muerte, Buda dijo:

De todas las huellas de pisadas,
la del elefante es suprema;
de todas las meditaciones sobre la presencia mental,
la de la muerte es suprema.

Siempre que perdemos la perspectiva o nos dejamos llevar por la pereza, reflexionar sobre la muerte y la impermanencia nos devuelve de una sacudida a la verdad.

A veces, cuando enseño estas cosas, se me acerca alguien al terminar y me dice: «¡Todo eso es evidente! Siempre lo he sabido. Explíqueme algo nuevo». Entonces le pregunto: «¿Ha comprendido y captado realmente la verdad de la impermanencia? ¿La ha integrado hasta tal punto en todos sus pensamientos, respiraciones y movimientos, que su vida ha quedado transformada? Hágase estas dos preguntas: ¿Recuerdo en todo momento que estoy muriendo, y que todas las demás personas y cosas también mueren, de modo que trato a todos los seres en todo momento con compasión? Mi comprensión de la muerte y de la impermanencia, ¿es tan aguda y urgente que dedico hasta el último segundo a la búsqueda de la Iluminación? Si puede responder "sí" a estas dos preguntas, entonces ha comprendido de verdad la impermanencia».

El libro tibetano de la vida y de la muerte. Sogyal Rimpoche.

 




19 de diciembre de 2018

El Arte de Perder - La Impermanencia

Escribió Shantideva en el siglo VIII:

Todo lo que poseo y uso
Es como la fugaz visión de un sueño.
Se desvanece en el reino de la memoria;
Y tras desvanecerse, ya no vuelvo a verlo nunca más.

(Pema Chodrom)

En nuestra mente los cambios siempre equivalen a pérdida y sufrimiento. Y, cuando se producen, procuramos anestesiarnos en la medida de lo posible. Reflexione sobre esto: la percepción de la impermanencia es, paradójicamente, la única cosa a que podemos aferramos, quizá nuestra única posesión duradera. Siempre que perdemos la perspectiva o nos dejamos llevar por la pereza, reflexionar sobre la muerte y la impermanencia nos devuelve de una sacudida a la verdad:

Lo que ha nacido morirá, lo que se ha recogido se dispersará, lo que se ha acumulado se agotará, lo que se ha construido se derrumbará y lo que ha estado en alto descenderá.

(Sogyal Rimpoche)

Aunque yo repita una y otra vez que los fenómenos surgen en el momento presente y que no son ni estables ni seguros, nadie se lo toma en serio. La gente no piensa en ello demasiado. Sea lo que sea lo que ocurra, yo me digo: “¡Oh! Esto no es permanente”, o “Esto no es seguro”. Es sumamente sencillo. Todo cuando ocurre es impermanente e inseguro. Pero al no verlo o comprenderlo, nos confundimos y angustiamos. Tomamos aquello que es impermanente por permanente. Aquello que no es seguro por seguro. Yo no ceso de decirlo, pero la gente no lo capta y vive persiguiendo una cosa tras otra constantemente.

Hemos de observar este punto con más detenimiento. Si no somos conscientes de la impermanencia, todo cuando poseemos se convertirá en motivo de sufrimiento cuando lo perdamos. En cambio, si somos conscientes de ella, podremos aprovechar las cosas sin sentirnos abrumados por ellas. Si logras hacerlo, tu mente estará en paz. 

Al practicar de esta forma nuestra mente está viendo constantemente las cosas con claridad. Los fenómenos surgen y desaparecen. Después de desaparecer, vuelven a surgir y luego desaparecen de nuevo. Si nos apegamos a lo que ocurre, sufrimos en ese mismo instante. En cambio, si no nos apegamos, el sufrimiento no llega a surgir. Vemos esta realidad en nuestra propia mente. Todo cuanto hemos de hacer es observar nuestra mente en el presente.
(Ajahn Chah)

UN ARTE

El arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen
de la pérdida, pero perderlas no es un desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la inquietud de perder
las llaves de las puertas, las horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.
Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres, y la escala siguiente
de tu viaje. Nada de eso será un desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! desaparecieron
la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.
Perdí dos ciudades entrañables. Y un inmenso
reino que era mío, dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.
Ni aun perdiéndote a ti (la cariñosa voz, el gesto
que amo) me podré engañar. Es evidente
que el arte de perder no es muy difícil,
aunque pueda parecer (¡escríbelo!) un desastre.

(Elizabeth Bishop)





11 de octubre de 2018

Sobre la ética y los medios de vida - Krishnamurti

INTERLOCUTOR: ¿Cuáles son las bases de un recto medio de vida? ¿Cómo puedo averiguar si mi medio de vida es el apropiado, y cómo he de encontrar un medio de vida correcto en una sociedad básicamente incorrecta?

KRISHNAMURTI: En una sociedad básicamente incorrecta, no puede haber medios de vida correctos. ¿Qué es lo que actualmente sucede en todo el mundo? Cualquiera que sea nuestro medio de vida, nos lleva a la guerra, a la desdicha a la destrucción, lo cual es un hecho obvio. Cualquier cosa que hacemos conduce inevitablemente al conflicto, al deterioro, a la crueldad y al dolor. Por lo tanto, la presente sociedad es básicamente incorrecta; se funda, ¿no es así?, en la envidia, el odio y el deseo de poder, y una sociedad semejante debe por fuerza crear medios de vida incorrectos, tales como el del militar, el policía y el abogado. Por su propia naturaleza, son un factor de desintegración en la sociedad, y cuantos más abogados, policías y militares hay, más evidente resulta el deterioro de la sociedad. Eso es lo que está sucediendo en todo el mundo: hay más militares, más policías, más abogados y, naturalmente, el hombre de negocios va bien con ellos. Todo eso ha de cambiarse a fin de echar los cimientos de esta sociedad correcta; y nosotros pensamos que una tarea semejante es imposible. No lo es, pero somos ustedes y yo quienes tenemos que hacerla. Porque actualmente, cualquier medio de vida que intentamos, o bien crea desdicha para otro, o conduce a la destrucción final de la humanidad, lo cual se muestra en nuestra existencia cotidiana. ¿Cómo puede cambiarse eso? Puede cambiarse sólo cuando ustedes y yo no buscamos poder, no somos envidiosos, no estamos llenos de odio y antagonismo. Cuando ustedes, en su relación mutua, producen esa transformación, entonces están contribuyendo a crear una sociedad nueva, una sociedad compuesta por personas que no se hallan sujetas por la tradición, que no piden nada para sí mismas, que no persiguen el poder; a causa de que son internamente ricas, han encontrado la realidad. Sólo el hombre que busca la realidad puede crear una sociedad nueva; sólo el hombre que ama puede dar origen a una transformación en el mundo.

Sé que ésta no es una respuesta satisfactoria para la persona que desea averiguar cuál es el recto medio de vida en la presente estructura social. Usted tiene que hacer lo mejor que pueda en la presente estructura de la sociedad: puede ser un fotógrafo, un comerciante, un abogado, un policía o lo que fuere. Pero sea consciente de lo que está haciendo, sea inteligente, despierto, sepa bien lo que hace, lo que perpetúa con su acción, reconozca toda la estructura de la sociedad, con su corrupción, su odio, su envidia; y si usted mismo no cede a estas cosas, entonces tal vez pueda contribuir a crear una nueva sociedad. Pero en el momento en que pregunta cuál es el medio de vida correcto, todas estas cuestiones están inevitablemente ahí, ¿verdad? Usted no está satisfecho con su medio de vida; desea ser envidiado, desea tener poder, mayores lujos y comodidades, posición y autoridad; por lo tanto, está creando o manteniendo por fuerza una sociedad que traerá destrucción al hombre, a usted mismo. 

Si ve claramente ese proceso de destrucción en su propio medio de vida, si ve que es el resultado de su propia persecución del medio de vida, entonces, obviamente encontrará el medio correcto de ganar dinero. Pero primero tiene que ver el cuadro de la sociedad tal como es, una sociedad desintegradora, corrupta; y cuando vea eso muy claramente, entonces vendrá su medio de ganarse la vida. Pero primero tiene que ver el cuadro, ver el mundo tal como es, con sus divisiones nacionales, sus crueldades, ambiciones, odios y controles. Entonces, a medida lo vea con mayor claridad, encontrará que surge un medio de ganarse la vida; usted no tiene que buscarlo. Pero la dificultad con la mayoría de nosotros es que tenemos demasiadas responsabilidades: padres, madres, esperan que ganemos dinero y los mantengamos. Y como es difícil conseguir un empleo en nuestra sociedad tal como es actualmente, cualquier ocupación es bienvenida; y así caemos dentro de los mecanismos de la sociedad. Pero aquellos que no están tan obligados, que no tienen necesidad de un trabajo inmediato y, por lo tanto, pueden considerar la totalidad del cuadro, son los responsables. Pero ya lo ve, los que no están comprometidos en lograr un empleo inmediato, se hallan atrapados en alguna otra cosa: se interesan en su expansión personal, en sus comodidades, en sus lujos, en sus diversiones. Tienen tiempo, pero lo dilapidan. Y los que disponen de tiempo son los responsables de cambiar la sociedad; los que no padecen la presión inmediata de ganarse el sustento son los que verdaderamente deberían interesarse en todo este problema de la existencia y no quedar enredados en la mera acción política, en actividades superficiales. Aquellos que disponen de tiempo y del así llamado ocio, deberían buscar la verdad, porque son ellos los que pueden dar origen a una revolución en el mundo, no el hombre cuyo estómago está vacío. Pero, desafortunadamente, los que disponen de tiempo libre no se ocupan de lo eterno. Se ocupan en llenar su tiempo. Así que ellos también son una causa de desdicha y confusión en el mundo. Por lo tanto, aquellos de ustedes que están escuchando, que disponen de un poco de tiempo, deben dedicar pensamiento y consideración a este problema y, por medio de la propia transformación, darán origen a una revolución en el mundo.



Krishnamurti. Sobre la ética y los medios de vida. Edaf Ediciones. 



3 de septiembre de 2018

El compromiso de no hacer daño - Pema Chodron

En su versión más simple, el camino de la liberación empieza evitando hacernos daño a nosotros mismos o a los demás.  Cuando hablas o actúas se produce una reacción en cadena y las emociones de otras personas se ven implicadas en la situación. Cada vez que actúas agresivamente o por necesidad imperiosa, celos, envidia u orgullo, es como tirar una piedra a un estanque y ver cómo se expanden las ondas: todos los que hay a tu alrededor se ven afectados.

Evitar hablar o actuar ralentiza nuestro ritmo y nos permite ver nuestras respuestas habituales de una forma clarísima. Hasta que no vemos nuestras reacciones habituales no podemos saber con precisión qué provoca que nos veamos atrapados y qué nos ayudará a liberarnos.

Si partes de la visión de que eres bueno en tu esencia en vez de la que dice que tu esencia tiene algún defecto, al hablar o actuar, al evitar algunas cosas, empezarás a tener una comprensión creciente de que no eres una mala persona que necesita mejorar, sino que realmente eres una buena persona con hábitos que te están causando mucho sufrimiento pero que son susceptibles de cambiar.

Todos llevamos con nosotros toneladas de viejas costumbres, pero, por suerte para nosotros, hay posibilidad de eliminarlas. Conseguir evitarlas es algo muy poderoso porque nos da la oportunidad de reconocer cuándo nos vemos atrapados.

Cada vez que no nos abstenemos de reaccionar o actuamos sin reflexionar, estamos reforzando las viejas costumbres. Estamos manteniendo en funcionamiento todo el mecanismo del sufrimiento. Pero cuando nos abstenemos de reaccionar nos estamos permitiendo sentir la incertidumbre subyacente, esa energía tensa e inquieta, sin intentar escapar de ella. Las vías de escape están ahí, pero nosotros no las estamos utilizando. No estamos intentando erradicar los pensamientos, nos estamos entrenando para no vernos enredados en ellos. "No creas todo lo que piensas" es la idea básica en este caso.

Empezamos a ver cómo nos protegemos contra el dolor con una armadura y cómo esa armadura también nos aleja del dolor de otras personas (y también de su parte bella).  Nuestra armadura no está hecha más que de hábitos y miedos y sentimos que podemos dejar que todo eso se suelte.

La ciencia está demostrando que cada vez que nos abstenemos de reaccionar mecánicamente sin reprimirnos se establecen nuevas conexiones neuronales en el cerebro. Al no lanzarnos a las antiguas vías de escape nos estamos predisponiendo a nuevas formas de vernos a nosotros mismos, a una nueva forma de relacionarnos con el mundo misteriosamente impredecible en que vivimos.

Este compromiso es muy simple: hablamos o actuamos con el fin de escapar o no. Es muy importante empezar con este enfoque tan directo: no hablar o actuar para evadirnos. Punto.

SOBRE HABLAR DE FORMA  CONSIDERADA

Consciente de sufrimiento que provoca hablar desconsideradamente, yo hago el voto de cultivar la forma de hablar más correcta. Sabiendo que las palabras pueden provocar felicidad o sufrimiento, haré todo lo que pueda para no mentir ni cotillear ni criticar, para no utilizar  palabras duras o vanas y para no decir cosas que provoquen la división o el odio. Aspiro a decir siempre la verdad.

En su obra, La práctica del bodisatva, Shantideva enumera todas las formas que se le ocurren de expresar cómo es estar a punto de hablar o de actuar de forma neurótica. Y en todos los casos nos recomienda no hacerlo. Cuando surgen pensamientos de deseo o apetencias, o queremos hablar o actuar agresivamente. El consejo de Shantideva es:

Cuando la mente está llena de farsas
Y de orgullo y altiva arrogancia,
Cuando queremos mostrar al mundo los defectos ocultos de otros,
Sacar a la luz las antiguas disensiones o actuar con falsedad,
Cuando lo que queremos son halagos hacia nosotros,
Críticas para difamar a otros,
O utilizar un lenguaje duro para provocar una trifulca,
Es cuando debemos mostrarnos como un tronco de madera.

Tal vez tú quieras caerle bien a todo el mundo. O quedar por encima de otra persona. O simplemente te apetece cotillear. O estás impaciente. O estás deseando provocar una pelea. Tal vez te veas tentado a lanzarte a "un discurso altivo e insolente" o al cinismo, el sarcasmo y la condescendencia. Si reconoces lo que ocurre y evitas hacerlo, eso abrirá un espacio en tu mente. Aferrándote a tu forma de ver las cosas y a tus opiniones, pensando que siempre tienes razón y poniéndote por encima de los demás sólo conseguirás estar perpetuamente atrapado. Seguirás haciendo que la gente se sienta furiosa o inferior y te mantendrás luchando en batallas innecesarias. ¿Y cuál es el remedio? Examínate, dice Shantideva. Mira exactamente lo que estás haciendo. "Fíjate en tus pensamientos dañinos y en cada lucha inútil y aplica los remedios necesarios para mantener la mente tranquila".



(Extraído de Vivir bellamente... en la incertidumbre y el cambio. Pema Chödrön.)






 

13 de agosto de 2018

SÉ NIEVE FUNDIDA

Totalmente consciente, y sin motivo alguno, vienes a verme.
¿Hay alguien aquí?, pregunto.
La luna. La luna llena está dentro de tu casa.

Mis amigos y yo salimos corriendo a la calle.
Estoy aquí dentro, dice una voz desde la casa, pero nosotros no estamos atentos.

Estamos mirando al cielo.
Mi ruiseñor querido solloza en el jardín como un borracho.
Las tórtolas se dispersan con quietos lamentos: ¿Dónde?, ¿dónde?
Pensando:  Ya ha regresado el adiestro ladrón.
De hecho, el ladrón en persona está ahí, entre ellos, gritando:
Sí, el adiestro ladrón está entre esta multitud.
Nadie le presta atención.

Oh, siempre estoy contigo quiere decir que cuando buscas a Dios,
Dios está en la mirada de tus ojos,
En el pensamiento de mirar, más cerca de ti que tú mismo
O que las cosas que te han sucedido.
No hay necesidad de dirigirse afuera.

Sé nieve fundida.
Lava a tu yo de ti mismo.

Una flor blanca brota en el silencio.
Que tu lengua se convierta en esa flor.

(La esencia de Rumi. Coleman Barks)

11 de julio de 2018

RECONOCER NUESTROS DEFECTOS EN EL ESPEJO DEL DHARMA

La razón principal de que no estimemos a los demás es que estamos tan preocupados por nosotros mismos, que no nos queda espacio en la mente para pensar en ellos. Si deseamos apreciar a los demás, debemos reducir nuestra obsesión por nosotros mismos. ¿Por qué nos consideramos tan importantes? Porque estamos habituados a generar la mente de estimación propia. Desde tiempo sin principio nos hemos aferrado a un yo con existencia verdadera. Este aferramiento al yo es el origen de la estimación propia, que piensa de forma instintiva: “Soy más importante que los demás”. Para los seres ordinarios, aferrarse al yo y estimarse a uno mismo son las dos caras de una misma moneda: el auto-aferramiento se aferra a un yo con existencia inherente, mientras la estimación propia lo quiere y protege como si fuera algo muy valioso. Esto ocurre porque estamos tan familiarizados con nuestra estimación propia, que en ningún momento nos olvidamos de nuestro bienestar, ni siquiera mientras dormimos.

Puesto que nos consideramos más importantes que los demás, exageramos nuestra buenas cualidades y creamos una visión distorsionada de nosotros mismos. Cualquier circunstancia sirve para alimentar nuestro orgullo, como tener un cuerpo atractivo, posesiones, conocimientos, experiencia o una posición social elevada. Cuando tenemos una buena idea, pensamos: “¡Qué inteligente soy!” y si viajamos al extranjero nos consideramos personas interesantes. Incluso nos enorgullecemos de comportamientos de los cuales deberíamos avergonzarnos, como tener habilidad para engañar a los demás, o de cualidades imaginarias. En cambio, nos resulta muy difícil reconocer nuestros errores. Dedicamos mucho tiempo a contemplar nuestras buenas cualidades, reales o imaginarias, y nos olvidamos de nuestros defectos. En realidad, nuestra mente está llena de perturbaciones mentales, pero no las reconocemos e incluso nos engañamos a nosotros mismos negándonos a admitir que tenemos estas mentes. Es como limpiar la casa escondiendo la suciedad bajo la alfombra.

A menudo nos resulta tan doloroso aceptar nuestras faltas, que preferimos buscar excusas antes que cambiar la concepción elevada que tenemos de nosotros mismos. Una de las maneras más comunes de no reconocer nuestros defectos es echando la culpa a los demás. En lugar de responsabilizarnos de nuestras acciones y esforzarnos por mejorar nuestra conducta, discutimos con los demás e insistimos en que son ellos quienes deben cambiar. Debido a la excesiva importancia que nos concedemos a nosotros mismos, criticamos a los demás, lo que nos causa multitud de problemas. Al no aceptar nuestros defectos, los demás nos los señalan, y entonces pensamos que son injustos con nosotros. En lugar de observar nuestro comportamiento para comprobar si sus críticas son justificadas, nuestra estimación propia nos hace ponernos a la defensiva y buscar defectos en ellos.

Otra razón de que no apreciemos a los demás es que nos fijamos en sus faltas y no en sus buenas cualidades. Por desgracia, tenemos gran habilidad para descubrir los defectos de los demás y señalarlos, analizarlos e incluso se podría decir para meditar en ellos. Debido a esta actitud crítica, si discrepamos con nuestros amigos en alguna ocasión, en lugar de comprender su punto de vista, pensamos en las razones por las que están equivocados. Al fijarnos solo en sus defectos, nos enfadamos y les guardamos rencor, y en lugar de sentir aprecio por ellos, deseamos perjudicarlos y criticarlos. De esta manera, pequeños desacuerdos pueden convertirse en conflictos que se prolongan durante meses. 

No es beneficioso pensar en nuestras buenas cualidades y buscar defectos en los demás. Lo único que conseguiremos será considerarnos más importantes que ellos, aumentar nuestro orgullo y faltarles el respeto. 

Es absurdo pensar que somos más importantes que los demás y fijarnos sólo en nuestras buenas cualidades. Con ello no aumentarán nuestras virtudes ni se reducirán nuestros defectos, y tampoco conseguiremos que los demás compartan la opinión favorable que tenemos de nosotros mismos.

Si, en cambio, reconocemos las buenas cualidades de los demás, nuestro orgullo irá disminuyendo hasta que, al final, los consideraremos más importantes que nosotros. Entonces, sentiremos amor y compasión hacia ellos y realizaremos acciones virtuosas de manera natural. Si contemplamos las virtudes de los demás solo obtendremos beneficios. Por lo tanto, mientras los seres ordinarios se fijan en los defectos de los demás, los Bodhisatvas reconocen sus buenas cualidades.

Algunas personas afirman que su problema es que carecen de autoestima, y que debemos fijarnos solo en nuestras buenas cualidades para adquirir confianza en nosotros mismos. No obstante, aunque es cierto que para progresar en en el camino espiritual debemos confiar en nuestro potencial y aumentar nuestras virtudes, también hemos de reconocer nuestros defectos. Si somos sinceros con nosotros mismos, reconoceremos que nuestra mente está llena de engaños, como el odio, el apego y la ignorancia. Estas perturbaciones no desaparecerán por sí mismas por mucho que lo deseemos. La única manera es aceptando su existencia y esforzándonos por eliminarlas. 

Una de las funciones del Dharma es actuar como un espejo en el que podemos ver reflejados nuestros defectos. Por ejemplo, cuando nos enfademos, en lugar de buscar excusas, debemos pensar: “El odio es un veneno mental. No me ayuda ni me aporta ningún beneficio, sino que solo sirve para perjudicarme”. También podemos utilizar el espejo del Dharma para distinguir entre el amor y el apego. El amor nos proporciona felicidad mientras que el apego solo nos causa más sufrimiento. 

Aunque hemos de ser conscientes de nuestros defectos, no debemos dejarnos desanimar por ellos. Es posible que nos enfademos con facilidad, pero ello no significa que el odio forme parte inherente de nosotros. Cuando reconocemos nuestras perturbaciones mentales, no debemos identificarnos con ellas pensando: “Soy un inútil y un egoísta” o “estoy siempre enfadado”, sino identificarnos con nuestro potencial puro, cultivar la sabiduría y esforzarnos por eliminar los engaños. 



Gueshe Kelsang Gyatso. Ocho pasos hacia la felicidad

11 de mayo de 2018

Oración de las etapas del camino - Gueshe Kelsang Gyatso

Bendecidme para que comprenda
que generar fe sincera en el bondadoso maestro espiritual
fuente de toda virtud, es la raíz del camino.
Y así le siga siempre con gran devoción.

Bendecidme para que comprenda
que este excelente renacimiento humano dotado de libertad
es muy valioso y difícil de conseguir.
Y así dedique el día y la noche a extraer su esencia.

Mi cuerpo es frágil como una burbuja en el agua,
rápidamente decae y se destruye.
Y así como la sombra siempre sigue al cuerpo,
el resultado de mis acciones proseguirá a la muerte.

Con este entendimiento firme en la memoria
bendecidme para que, con extrema cautela,
evite siempre la mínima acción indebida
y acumule virtud en abundancia.

Los placeres del samsara son ilusorios,
no producen satisfacción sino tormentos.
Por ello, bendecidme para que solo me esfuerce
en lograr el gozo sublime de la liberación.

Bendecidme para que, con gran cuidado y atención,
inducido por este pensamiento puro,
mantenga el pratimoksha, la raíz de la doctrina,
como mi práctica esencial.

Al igual que yo, todos los maternales seres 
están hundidos en el océano del samsara,
bendecidme para que me adiestre en la bodhichita,
y pueda liberar pronto a todos los seres.

Pero si sólo cultivo esta mente
sin aplicarme en las tres modalidades,
no alcanzaré nunca la iluminación.
Por ello, bendecidme para que guarde los votos del Bodhisatva,

Pacificando mis distracciones
e investigando el significado real,
bendecidme para que logre la unión 
de la permanencia apacible y la visión superior.

Bendecidme para que, a través del camino común,
me convierta en un recipiente puro
y entre en el camino de los seres afortunado,
el vajrayana, el camino supremo.

Las dos realizaciones dependen 
de mis sagrados votos y promesas.
Bendecidme para que lo entienda con claridad,
y siempre los mantenga aunque mi vida peligre.

Realizando a diario las cuatro sesiones
tal como indican los maestros sagrados,
bendecidme para que pronto alcance 
las dos etapas del camino del tantra.

Que los Guías que me muestran el buen camino
y las amistades que me ayudan tengan larga vida,
y bendecidme para que pacifique por completo 
todos los obstáculos, externos e internos.

Que siempre encuentre maestros perfectos
y disfrute del Dharma sagrado,
y que realizando las etapas del camino
pronto alcance el estado de Vajradhara.


Gueshe Kelsang Gyatso. Ocho pasos hacia el despertar.


Ocho pasos hacia la felicidad: El modo budista de amar 
de Gueshe Kelsang Gyatso y otros 
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2 de marzo de 2018

Comprender que todo cambia - Pema Chodron

Chogyam Trungpa solía hablar de la ansiedad fundamental del ser humano. Esta ansiedad o sensación de vértigo ante la impermanencia no es algo que nos afecte sólo a unos pocos; más bien se trata de un estado que lo domina todo y que compartimos todos los seres humanos. Pero en vez de vernos desalentados por la ambigüedad, la incertidumbre de la vida, ¿por qué no aceptarla y relajarnos con ella? ¿Por qué no decir: "Si, así es como es, esto es lo que significa ser humanos" y decidir que vamos a sentarnos cómodamente y disfrutar del viaje?

Por suerte Buda nos dio muchas instrucciones para hacer justo eso. Entre ellas encontramos la tradición que en el budismo tibetano se conoce como "los tres votos" o "los tres compromisos". Son tres métodos para aceptar lo caótico, lo inestable, lo dinámico, la naturaleza desafiante de nuestra situación como camino hacia el despertar. El primer compromiso, denominado el voto pratimoksha, es la base para la liberación personal. Se trata del compromiso de procurar no infligir daño con nuestras acciones, palabras o pensamientos, un compromiso para mostrar bondad unos con otros. Nos proporciona una estructura en la que aprendemos a trabajar con nuestros pensamientos y emociones y a evitar hablar o actuar empujados por la confusión. El siguiente paso para estar cómodos con ese desarraigo existencial es el compromiso de ayudar a los demás. Este voto, llamado bodhisattva,  consiste en dedicar nuestras vidas a mantener los corazones y las mentes abiertos y en alimentar nuestra compasión a fin de aliviar el sufrimiento del mundo. El tercer compromiso, samaya, estriba en la resolución de aceptar el mundo tal como es, sin prejuicios.

Es un compromiso para ver todo lo que surja ante nosotros, bueno o malo, agradable o doloroso, como una manifestación de energía de la iluminación. De esta manera nos comprometemos a ver todas las cosas como un medio a través del cual podemos aumentar nuestro despertar.

¿Pero qué siginifica la ambigüedad fundamental del ser humano en la vida cotidiana? Por encima de todo comprender que todo cambia. Como escribió Shantideva en el siglo VIII:

Todo lo que poseo y uso
Es como la fugaz visión de un sueño.
Se desvanece en el reino de la memoria;
Y tras desvanecerse, ya no vuelvo a verlo nunca más.


Extraído del libro Vivir bellamente. Pema Chödrön. Ed. Gaia. 

1 de marzo de 2018

Cuando las enseñanzas no duales no lo son

Las afirmaciones de morar en una conciencia de unidad se oyen muchísimo en los círculos espirituales modernos; y, ¿cómo no, teniendo en cuenta que estamos profundamente arraigados en una cultura servilmente dedicada a los apaños y "subidones" rápidos, sean espirituales o de otro tipo? Cuando tratamos de convertir un momento de despertar en algo exagerado y excesivo, lo único que que hacemos es crear y reforzar más la misma identidad individual que estamos tan ansiosos por trascender.

Oír enseñanzas que nos dicen que ya somos seres plenamente realizados y no duales que, simplemente, hemos olvidado nuestra verdadera naturaleza puede tranquilizarnos o consolarnos, pero en la mayoría de casos tiende a distraernos del trabajo que verdaderamente necesitamos hacer, el cual incluye enfrentarnos y trabajar con nuestro miedo, nuestra agresividad, nuestra avaricia, nuestra vergüenza o cualquier otra cosa de nosotros mismos de la que hayamos hecho un mal uso o nos hayamos apartado. La sombra central de las enseñanzas "pseudo-no dualistas" es el dualismo no reconocido, cuya característica más común es una aversión a reconocer que necesitamos realizar un trabajo psicológico en profundidad.  Ramana Maharshi habló y actuó desde una perspectiva no dual, simplemente, porque no sabía hacer otra cosa. Pero igual de importante es que no estaba buscando inmunizarse de las cosas más crudas de la vida y que, desde luego, no se entretenía con ingeniosidades del lenguaje o la teoría. Era, de hecho, radicalmente asequible. Es viviendo de verdad -metiéndonos de lleno en las complicaciones de la vida, incluido ese naciente mundo de neurosis y evasiones conocido como "relaciones íntimas"- como aprendemos la radical integridad y totalidad que resulta tan esencial para una adecuada comprensión de nuestra naturaleza no dual.

Si bien las enseñanzas no duales señalan la inutilidad de buscar lo que, en realidad, jamás se perdió, omiten puntualizar que dicha búsqueda, generalmente, no se experimenta como inútil hasta que se ha emprendido. De este modo muchos buscadores espirituales que creen en tales enseñanzas quedan desamparados en una tierra de nadie, supuestamente "por encima" de los niveles de desarrollo que creen haber trascendido pero que sólo se han saltado "intelectualmente". Estamos aquí con apariencia de humanos, así que ¡entremos de verdad en ello! Solo cuando nos involucramos verdaderamente podemos ser totalmente conscientes de nuestra relación con Todo Cuanto Existe.

Concluyo con una profunda reverencia a los verdaderos maestros de los no dual, en cuya presencia y amor continuos mis palabras se extienden más allá de sí mismas, y en cuya sabiduría mi arrogancia se evapora, sin dejar mas que Lo Que Realmente Importa, sea cual sea la forma que adopte.



La evasión espiritual. pp 179-181. Dr. Robert Augustus Masters. Ed. Vesica Piscis.

13 de febrero de 2018

La leyenda dice que Bodhidharma había estado meditando en una cueva durante nueve años cuando Huike vino a él para recibir enseñanzas.

Huike dijo a Bodhidharma:
-Mi mente está ansiosa. Por favor, cálmala.
A lo que Bodhidharma respondió:
-Tráeme tu mente y la calmaré.
Huike dijo:
-A pesar de que la he buscado, no la encuentro.
Bodhidharma entonces dijo:
-Así pues, he calmado tu mente.

Mindfulness: Una guía para el despertar espiritual. Joseph Goldstein.