Ayahuasca

26 de julio de 2011

Todo llega, todo pasa.


“El Buda nació en el bosque. Tras haber nacido en el bosque, estudio el Dharma en él. También enseñó en el bosque, empezando por el sermón sobre la puesta en movimiento de la rueda del Dharma. Y entró en el nirvana en el bosque.
La tradición del bosque es ideal para los que estamos interesados en ella porque nos permite comprender el bosque. Vivir en él no significa que nuestra mente se vuelva salvaje como la de los animales que lo habitan, sino que se eleva y se vuelve noble espiritualmente. Al residir en la ciudad, vivimos entre distracciones y constantes interferencias. En cambio, en el bosque la vida es silenciosa y tranquila. En él podemos contemplar las cosas con claridad y desarrollar la sabiduría. Por eso el silencio y la tranquilidad del bosque son nuestros más fieles amigos y ayudantes. Como esta clase de entorno fomenta la práctica del Dharma, hacemos de él nuestra morada, las montañas y las cuevas son nuestro refugio. 
Al observar los fenómenos naturales que se dan en él, surge la sabiduría en nosotros. Aprendemos de los árboles y de todo lo demás, y los comprendemos, y ello nos produce un estado de gozo. Los sonidos de la naturaleza no perturban nuestra mente. Oír a los pájaros cantar a su antojo nos produce una gran alegría. En el bosque no reaccionamos movidos por ninguna clase de aversión ni tenemos pensamientos dañinos. No hablamos con crueldad ni actuamos agresivamente con nadie ni con nada. Los sonidos del bosque son un deleite para la mente, y aunque oigamos sonidos, ésta permanece en calma”. 
(Todo llega, todo pasa. Enseñanzas sobre la cesación del sufrimientoAjahn Chah).