Ayahuasca

9 de mayo de 2016

Mouros e pedras maxicas de Galicia

En las leyendas gallegas los mouros aparecen siempre vinculados a castros, rocas y penedosPor otra parte “mor” es también un prefijo latino que significa “muerte”. Nos encontramos pues con una raíz verbal presente en dos idiomas distintos y que se refiere tanto a la piedra como a los muertos.




En gallego “mouro” tienes tres acepciones. Como adjetivo significa “oscuro, negro” (del latín "maurus"). Como nombre significa “moro” (traducción al gallego del castellano) y también se aplica para referirse a los “gigantes negros constructores de megalitos y que viven bajo tierra”. En esta última acepción se aprecia claramente su derivación de la raíz “mor”en sus dos significados, ya que hace referencia a las construcciones de piedra y también a los muertos (los que viven bajo tierra). Es imposible datar todos los toponímicos gallegos en los que aparece la palabra mouro. Y seguro que en todos ellos encontrarás una mámoa, un dólmen, o un lugar de adoración.


Los “mouros” no son ni los moros ni tampoco personajes blancos y rubios, sino que son seres de gran tamaño, capaces de mover grandes piedras, cuyo color es oscuro y que viven bajo tierra. Los mouros jamás abandonan sus laberintos subterráneos, en donde ocultan enormes tesoros, pero las fadas, damas o donas (mal llamadas mouras) sí salen al exterior y entablan relación con los humanos. Son bellas mujeres que fueron encantadas y hechas prisioneras por los mouros y que aparecen al amanecer para peinar sus rubios cabellos con un peine de oro, o para hilar y tejer con hilos dorados. El oro y los rubios cabellos son símbolos de los rayos del sol, igual que ocurre en otras leyendas tradicionales indoeuropeas, y el final del cautiverio de la fada representa el amanecer, en el que el sol se libera de la prisión de la noche.

Otra opinión extraída del blog:


En un exceso de etimología ficción podríamos ver en la palabra dos raíces distintas. Una que la acercaría tanto a un prerromano mor (piedra) como al mors mortis latino (del que “morte” en gallego y “muerte” en español). Otra que la relacionaría con “ouro”, oro, todavía en lengua gallega actual.

Esos tres significados explicitan a la perfección las leyendas que rodean a esos seres mitológicos: habitan bajo las piedras erigidas como tumbas, como cementerios. Al mismo tiempo, esconden grandes tesoros de oro, debidos a la rapiña exterior y, sobre todo, a descubrimientos en virtud de haber excavado la tierra con frenesí (los mouros han construido un sistema arterial de túneles que recorre Galicia de norte a sur).
Los relatos acerca de esos fantástico habitantes de castros y túmulos son numerosísimos en Galicia. Aparecen a veces terribles, a veces codiciosos, a veces incluso bienhechores. Las mouras, por su parte, se adornan con epítetos propios de las diosas: mujeres de hermosura irresistible, en ocasiones reclamaban la ayuda del hombre para romper una maldición que las convertía en serpientes.

La moura-serpiente solía traer un clavel en la boca. Para acabar con el hechizo el hombre podía sacarle la flor o darle nueve besos. Este motivo de la sierpe es, precisamente, un nuevo cabo suelto que nos remite a una nueva simbología, también muy popular en Galicia y que conecta, de alguna manera, con un fondo histórico.

Rufo Festo Avieno había aludido a los Oestrymnios, habitantes de lo que era entonces Gallaecia. Este pueblo habría sido desalojado por una invasión de “serpientes”, por los saefes, denominación metafórica para designar la llegada de los celtas. Pero, como dijimos, el campesino gallego resumió elementos de unos y otros, dólmenes castros, serpientes y tesoros escondidos, bajo una misma rúbrica, misteriosa y enigmática, la de los mouros.

Los mouros/as se consideran en la mitología popular los constructores de dólmenes, túmulos, castros, minas romanas y por extensión todo aquel tipo de ruina cuyo origen se pierde en la memoria, como los castillos medievales o algunas casonas y palacios del siglo XVII cuyas entradas tenían forma de arcada.

Incluso en algunas leyendas se llega a decir que son antropófagos e incluso que tienen poderes mágicos. Se dice, por ejemplo, que dando una patada al suelo pueden abrir una brecha y entrar por ella al subsuelo donde se esconderían. En muchas de ellas se cuenta que aún viven actualmente escondidos bajo los túmulos y castros en grandes palacios. Estos palacios se dice que estaban llenos de tesoros por lo que hubo una época en el pasado en que se expoliaban los restos arqueológicos en busca de estos, destrozando parte de nuestro patrimonio histórico.


De la Wikipedia copiamos:

La voz latina maurus (de donde el gal. mouro) para el filólogo Isodoro Millán procede del celta mrvos afín al término indoeuropeo mr-tuos, que nos conduce al latín mortuus. De ahí que muchos autores sostengan que los mouros eran razas ya desaparecidas, muertos. Para otros su nombre está relacionado con el gallego ouro. Y es que los mouros eran criaturas que vivían en el subsuelo en guaridas y túneles bajo la tierra, donde —dependiendo de la zona— se dedicaban a la extracción del oro (de ahí el porqué de su nombre). Eran presentados como «no bautizados» y paganos (hay que recordar que Galicia estaba muy influenciada por la iglesia en esos momentos). Los mouros trabajaban en la orfebrería y en algunos casos eran oscuros de piel, como si fuesen gente ajena a la tierra gallega, mientras que las mouras tenían fama de hechiceras y eran pelirrojas ("rubio" es usado en gallego para referirse al color rojo, no al amarillo como comúnmente se piensa) de tez blanca. Son iguales a los humanos excepto en que viven bajo tierra, son ricos, tienen poderes mágicos o viven bajo algún encantamiento; se suelen aparecer a personas en solitario proponiéndoles pruebas de valor, o bien realizan negocios o intercambios con los humanos de los cuales éstos son pagados con oro, excepto si cuentan a los demás el origen de su riqueza (el negocio con el mouro) en que el oro se convierte en piedras o carbón. También poseían fama de guardianes de fabulosos tesoros, que constituyen el origen de la riqueza de varias familias.

Es habitual que en la mentalidad de los campesinos, a pesar de que los mouros eran poderosos y paganos, vivían de una forma muy similar a la del pueblo gallego campesino dado que este pueblo no conocía otra forma de vida; los mouros daban sepulturas a sus muertos y los honraban, escuchaban misas de su culto y tenían sus propios sacerdotes mouros. Además, les gustaba comer carne, beber vino y danzar por las noches, además de ser muy dados (las mouras especialmente) a intentar seducir a los campesinos. También solían hacer tratos con los aldeanos mediante los cuales el cristiano debe entregar periódicamente algo al mouro (normalmente leche, vino o algún bien de los que el mouro no disponía) y este le paga un alto precio, mas el mouro exige total discreción respecto del pacto. De no poder aguantarse el campesino sin contarlo, el mouro era implacable a la hora de cortar este trato.


En Galicia a esas mouras y mouros se les considera tradicionalmente anteriores a los romanos (Risco, V. 1927, 8). Este termino se utiliza con el mismo sentido que la palabra muerto, es decir, un ser que ya no pertenece a la comunidad de los cristianos vivos. Etimológicamente, según Millán González Pardo, tiene un origen muy significativo pues es una palabra relacionada con el céltico *mrvos, afín, aunque diferente en la forma, con el término indoeuropeo que produjo el latín mortuus (*mr-tuos).

De ella procede también directamente la voz que utilizaron los celtas luso-gallegos: maruos = muerto (Millán González-Pardo, 1990, 550). Ahora bien, el término muerto no tenía, como lo tiene para nosotros, el significado de fin absoluto de algo vivo. La muerte era un tránsito, un paso de un estado de existencia a otro, necesario para introducirse en el mundo de los antepasados en el que se seguía viviendo.

De manera que el muerto, no es tal, sino un antepasado, un ancestro que vive permanentemente en nuestro recuerdo y que interviene en nuestras decisiones y comportamiento. Y el mouro y la moura son, igualmente, los antepasados remotos, los desaparecidos hace mucho tiempo.



Antes de empezar hay que aclarar un punto importante: mouros y mouras no son lo mismo.
Aunque actualmente a nivel popular ambas criaturas no se diferencien, sí se diferenciaban en su momento y por lo tanto aquí hablaremos de ellos de forma diferenciada como corresponde, sobre todo porque cada uno cumple una función distinta. Por lo tanto no debemos confundir a las mouras con la raza mítica de los mouros, ni pensar que éstos son sus acompañantes masculinos, aunque en algunos relatos se suelen mezclar a los unos con las otras por la sencilla razón de que sus apariciones también tienen lugar en los mismos territorios: en los castros y en los túmulos.
Los mouros básicamente, pertenecerían a una raza de seres ancestrales (con manifestaciones actuales), mientras que las mouras pertenecen al llamado mundo de los elementales o espíritus de la naturaleza.
Sobre los mouros empezó a escribir Vicente Risco en Os mouros encantados en la Revista Nós (1927) y también existen referencias a ellos en trabajos llevados a cabo por catalogadores de los castros gallegos, de monumentos del pasado o de ciertos espacios de especial significación local.
¿Qué o quiénes son?
Los mouros son, según las leyendas, “los constructores de los castros, túmulos castillos, petroglifos, rocas, cuevas, etc. Son un pueblo mágico, hoy escondido bajo tierra. A nuestro parecer, son los antiguos habitantes de Galicia, transformados y encantados” (González Reigosa, 2008:171,172). Durante el transcurso del tiempo, la palabra mouro pasó a ser usada como “otro”, “extraño”, “antiguo”, para hablar de cualquier cosa o hecho del pasado que no se podía explicar por otra vía.
En muchas de las historias que podemos leer sobre ellos se les atribuyen cualidades que se contraponen a los labradores, esto era la mayoría de la población gallega hasta bien entrado el siglo XX. En ellas se les describe con una vida poderosa y regalada que es todo lo contrario a lo que era la vida en Galicia.
Miranda recoge un breve cuento de los mouros que permite hacer un bosquejo gráfico de la idea que tenía el pueblo de estos personajes:
“Debajo de los castros está enterrado un mundo oscuro y misterioso que es el lugar de residencia de los mouros. Es un complejo laberinto de cuevas, galerías, túneles y minas escavadas bajo tierra. En él guardan una gran cantidad de tesoros y riquezas. Los túneles y galerías comunican a menudo con un río, fuente o pozo en donde los moradores de los castros acuden a beber, intentando no dejarse ver, o por el agua para ellos y su ganado y para dar de beber a sus caballos. Los restos de las viviendas castreñas, de los recintos defensivos y mismo de los vestigios arqueológicos más comunes son todos obra de los mouros soterrados” (2001:14). “Hacen vida nocturna y normalmente son de color negra o terrosa, aunque algunos son rubios y blancos, luminosos. […] A pesar de su calidad de mágicos, hacen actividades propias de los humanos: cocinan, lavan, tuercen la ropa, la tienden en los monumentos, van por agua…” (Miranda et. al, 2001:17).

Una breve reseña a la Pedra dos Mouros de Paradela, en Meis:


(Este texto ha sido reelaborado a partir de diferentes versiones en internet de las que he citado al menos aquellas que tengo acceso: wikipedia, turismoenxebre.com y sobreleyendas.com www.galicia-meiga.com 
No es mi intención copiar o plagiar contenido ajeno sino compartir un poco del contenido para que los interesados puedan visitar la web original y ampliar la información).