Ayahuasca

15 de mayo de 2012

La trascendencia como evitación

La iluminación no es una garantía de que tu vida vaya a ir como tienes planeado. Tu existencia será mucho mejor de lo que era, pero eso no significa que vaya a ir por donde tú quieres. Al final, todo tiene que ver con la verdad, con ser sincero en todos los aspectos, en todos los niveles de nuestro ser.

La iluminación no es simplemente un escape o una trascendencia. Desde ese estado de ser podemos afrontar nuestra vida y nuestras relaciones tal como son. La vida misma no es sino relación. Es la relación del Uno con el Uno, del Espíritu con el Espíritu. Y después está la apariencia de esa relación, la danza de la relación, la danza de la vida.

Si tratas de esconderte de algo -si estás en una relación decepcionante, o en un trabajo tremendamente insatisfactorio, y eliges no lidiar con ello- la consecuencia de esa negación es que no estarás verdaderamente liberado. Nunca podrás estar completamente libre, porque cualquier área en la que elijamos mantenernos inconscientes acabará teniendo un impacto en nosotros, y también en los demás.

Quiero resaltar esto. Si evitas los aspectos de tu vida que no están en armonía, los aspectos que aún no quieres ver, ese tipo de evitación va a obstaculizar tu despertar espiritual. En las primeras etapas es posible que el efecto no sea muy grande. Pero después, cuando entramos en la apertura más madura de la realización, ya no hay sitio para la negación. Esto es algo con lo que mucha gente no ha contado. Muchos pensamos que la iluminación va a evitarnos tener que lidiar con aquellas partes de nosotros mismos que nos resultan incómodas.

El despertar puede ser la base desde la que nos encontremos con cada persona y situación, desde la que nos relacionemos con todas las circunstancias de la vida. Pero esto requiere de mucha valentía, ser muy intrépido. También exige algo que no dejo de resaltar: una sinceridad muy simple. Este tipo de sinceridad surge de eso que ama la verdad y considera que la verdad es el mayor bien.

No ser muy real, evitar las cosas, reduce nuestra experiencia de quiénes somos. No ser muy sincero con la gente y las situaciones de tu vida es contener la expresión de tu ser. Al final, debemos llegar a ver que la verdad misma es el bien más preciado, que la verdad misma es la mayor expansión y manifestación de amor. En definitiva, el amor y la verdad son idénticos; son como las dos caras de la misma moneda. No puedes tener verdad sin amor, ni amor sin verdad.

El despertar llama a una transformación en nuestra vida interna y externa. Una vez más, no pienses que esta transformación tiene que ver con tener la vida, el trabajo, la pareja, el matrimonio o la amistad perfectos. Esto no tiene que ver con la perfección; tiene que ver con la plenitud, con la totalidad. No se trata de hacer que las cosas sean exactamente tal como las queremos, sino de aceptarlas exactamente como son. Cuando permitimos que las cosas sean, se desarrolla una sensación de armonía. La brecha entre nuestra realización y quienes somos como seres humanos se reduce cada vez más. Empieza a surgir una continuidad sin costuras entre la realización y la expresión, el despertar y su plasmación.

El final de tu mundo. Adyashanti.
 http://www.adyashanti.org/