Ayahuasca

3 de mayo de 2012

LA SINCERIDAD ES LA CLAVE

Lo más importante no es que trates de convencer a nadie de la verdad que ves. Lo verdaderamente importante es que seas sincero contigo mismo. Si puedes ser sincero contigo mismo, puedes serlo con cualquiera. No resulta realmente útil centrarse por completo en ser sincero con los demás. Aunque eso es necesario , el lugar por el que tienes que empezar eres tú mismo: ¿Puedes ser totalmente sincero contigo mismo? ¿Puedes ir a ese lugar que está más allá de la culpa, más allá del juicio, más allá del “debería” o del “no debería”? ¿Puedes ir a ese lugar interno tan sincero que no se retira de las partes de ti que aún no están en conflicto? ¿No usarás la percepción de la verdad para esconderte de alguna parte de ti aún no liberada?

En realidad es una cuestión de sinceridad. Como he dicho, esto no es programa para mejorarse a uno mismo. Cuando descubres el nivel de sinceridad y honestidad que estoy describiendo, descubres que esta sinceridad y honestidad son manifestaciones de la naturaleza absoluta del ser. Inicialmente, ser así de sincero contigo mismo puede no resultar fácil. Es posible que veas cosas de ti que no quieres ver. Es posible que veas partes que contrasten agudamente con toda tu realización. No obstante, hacia ahí va el despertar; el despertar va hacia lo que todavía no está despierto y entra en ello. La sinceridad es lo que permite que ocurre ese movimiento, y ocurre si eres real contigo mismo.

Un gran maestro zen, Huang Po, dijo que no eres más grande por ser un Buda, y que no eres menos por ser un ser humano. Lo que quería decir era que un Buda y un ser humano no están separados; no son diferentes. Aunque despertamos del estado de sueño y de la ilusión de ser simplemente un humano, seguiremos retornando, por así decirlo, hasta que veamos que nuestra naturaleza humana y nuestra naturaleza divina son una: un ser, una expresión, una verdad.

La sinceridad es la clave. Tienes que estar dispuesto, tienes que querer verlo todo. Cuando quieras verlo todo, lo verás todo.


Texto extraído del libro El final de tu mundo  (pags.78-79) de Adyashanti. Ed. Sirio.