Ayahuasca

27 de febrero de 2015

Todo es merecimiento - Cesar Calvo

"Nuestras palabras son igual que pozos, en esos pozos caben las aguas más diversas: cataratas, lloviznas de otros tiempos, océanos que fueron y serán de ceniza, remolinos de ríos y de humanos, y lágrimas también. Son lo mismo que gentes nuestras palabras y a veces mucho más, no simples portadores de un significado, de un significado que siempre es un significado solamente, no son esas vasijas que se aburren con la misma agua, guardada hasta que sus personas, sus lenguas las olvidan, se rompen o se cansan, tumbadas, menos que muertas. No. En nuestras vasijas caben ríos enteros y si acaso se quiebran, si acaso se raja la envoltura de las palabras, el agua sigue allí: vívida, intacta, corriéndose y renovándose sin parar. son seres vivos que andan por su cuenta, palabras, animales que nunca se repiten, que nunca se resignan a una misma piel, a una misma temperatura, a unos mismos pasos. Y se juntan lo mismo que enamorados, y tienen descendencia…

De la palabra tigre y la palabra baile puede nacer orquídeas, o acaso nazca veneno-de-tohé. De la noche preñada por un tibe, esa casi gaviota de los ríos nuestros, nace la palabra relámpago, que es melliza de la palabra que en amawaka dice silencio-después-de-la-lluvia. Porque en amawaka no hay un solo silencio, así, como en tu idioma, general, callado, que nada dice, sino muchos silencios distintos, lo mismo que en la selva, lo mismo que en nuestro mundo visible, y también tantos silencios. como existen en los mundos que no se ven con los ojos del cuerpo material…

-Tienen, pues, descendencia las palabras…

-E injusta es tu pregunta, más por prejuicio de viracocha, creo, que por atrevimiento o ignorancia. Aun así no voy a dejarla sin conocer, sin respuesta. En idioma amawaka el ayawashka es oni suma, escríbelo. Pero oni xuma no significa únicamente ayawashka. Verás. Según cómo y para qué se diga, según la hora y el sitio en que se diga, oni xuma puede decir lo mismo o decir otra cosa, o decir su contrario. Si yo pronuncio así, oni xuma, con la voz delgada, brillando, como deletreando hogueras y no letras, en lo oscuro, oni xuma significa filo-de-piedra-plana. Y dicha de otro modo significa tristeza-que-no-sale. Y significa punta-de-la-primera-flecha. Y significa herida, que a la vez significa labio-del-alma. Y siempre, al mismo tiempo, es ayawashka.
Ayawashka, que para nosotros no es placer fugitivo, ventura o aventura sin semilla. El ayahuasca es puerta, sí, pero no para huir sino para eternar, para entrar a esos mundos, para vivir al mismo tiempo en esta y en otras naturalezas, para recorrer las provincias de la noche que no tiene distancia, inabarcables. 
Es por eso que la luz del ayahuasca es negra. No explica. No revela. En lugar de develar misterios, los respeta, los vuelve más y más misteriosos, más fértiles y pródigos. Riega la tierra desconocida: esa es su manera de alumbrar. 
Y cuando lo invocamos con urgencia, con hambre y con respeto, con esa entonación de agua finita, de agua que pasa por entre el abrazo de dos piedras redondas, ayawashka es el costado de un cuchillo de piedra. Con él cortamos los dedos del Maligno. Con él separamos el cuerpo de sus ánimas… Si un ánima está enferma, o si corre peligro, la divorciamos de su materia dura, negamos el contagio, lo empalamos, el ayawashka nos enseña el origen y la ubicación del mal, nos dice con qué hierbas, con qué icaros debemos espantarlo. Y si un cuerpo está enfermo, igual: lo desprendemos de su ánima para que no la pudra, aislamos igualmente los lugares del daño, sabemos qué raíces mantienen al cuerpo espiritual y al ánima material distantes, separados, hasta que la carne resucite en el preciso corazón de la salud. Hasta que su pareja de aire, su pareja de sombra, vuelva a crecer en el cuerpo lo mismo que un renaco, inocente, que no sabe solamente lo que sabe la carne, y no le importa ser feliz o eterno, puesto que ambos estados no son nada sino son para todos. Le da lo mismo ser para su siempre, o para quien, efímero, lo goza… 
Y esto que no es nada, es todo. Hay dones, hay poderes, hay mandatos. No hay milagro, en el sentido que tu pensamiento le está dando ahora a la palabra milagro. No hay milagro en la cura, no en la invocación, ni antes ni después del oni xuma. Hay raíces y jugos de raíces, hay cortezas precisas para esto y lo otro, varios tipos de lluvia que se bebe, y también ciertas piedras. De qué manera, en qué caso utilizarlos, cuándo y cómo segarlos y prepararlos, eso es lo que sabe el ayawashka, eso nos lo transfiere si así lo considera, si el ánima o el cuerpo lo merecen.

Para darte un ejemplo: si tú vives tan sólo tu propia vida, ya elegiste morir. Y como nada logrará sanarte, aunque por fuera parezca que has nacido y sigues viviendo, morirás, ya te has muerto. Pero si permaneces en tu sitio, sin arrebatarle a nada ni a nadie su espacio de vivir, entonces no habrá mal que se defienda. El oni xuma me aconseja, me dicta el vegetal y el pensamiento fuerte, la medicina exacta que limpiará la tierra y el aire de los cuerpos. Para eso es preciso el oni xuma: para que el enfermo no avance, no retroceda y al mismo tiempo no se detenga. Par que la sangre secreta del enfermo prosiga. Te hablo de la sangre que alimenta al sueño, sin márgenes, como antes circulaban las existencias de los ashaninka, de los campa, el tiempo de los hombres dentro del sueño, el tiempo de los hombres en el tiempo perfecto. 

Eso es todo, y es nada, ya te dije. Cuando se sabe llamar al ayawashka, es fácil todo imposible. No hay error, no hay milagro. Hay lo que merecemos conocer y lo que merecemos ignorar. Eso es lo que los urus ignoraron en su sabiduría. Todo es merecimiento. Cada dolencia, cada enfermedad, viene al mundo detrás de su remedio. Lo que pasa es que hay cuerpos que merecen ser uno con sus ánimas, limpios hasta que ni se noten sus junturas, y hay otros que merecen el desequilibrio constante, siempre huérfanos de algo, viudos, solteros de algo, metidos en si mismos com luna cueva dentro de otra cueva. Como ciegos que fueran tuertos, además de ser ciegos. Incapaces de darle nada al mundo, sin jamás aprender que las ánimas se alimentan de ofrendas, las ánimas se alimentan de ofrendarse, y que son más conforme más se entregan, y conforme más dan, poseen más. Y no da el que da de lo que tiene. Da únicamente el que da de sí mismo., el que da de su vida en la tierra de esta vida. Sí, amigo Soriano, de dar alimento es que se alimentan las ánimas. Y la ceniza se vuelve agua cuando un sediento la besa. Pero hay quienes lo ignoran ignorándose, ni lo afirman ni lo niegan, no merecen ser cuerpos tales cuerpos, ocupan un vacío en este mundo, en las infinitas existencias del mundo, y por eso les falta siempre todo, algo de aire, un menosmás de tierra, su ánima en desacuerdo, inservible, su carne en desacuerdo. El oni xuma sabe desmezclarlos. Para eso es filo de piedra plana, es herida y cuchillo y es punta de la primera flecha de la última costilla, y es aguja que cose o que desgarra. Sabe apartar los cuerpos de sus ánimas y sabe retornarlos. Sabe quien sí, quien no, es digno de esta vida, o es digno de las otras, o es digno de ninguna. Yo obedezco apenas. Sin la luz negra del oni xuma ni siquiera ignorante es lo que soy. Ni siquiera me equivoco, acierto al revés, que es distintísimo, el ayawashka me convierte en su instrumento más desdichado por lo poderoso. Si es mucho lo que desconozco, lo que no alcanzo a ver, no importa: el ayawashka sabe. Todo es merecimiento. El ayawashka ordena, o desordena, yo obedezco. Si no me ordena nada obedezco igualmente. Y si me ordena posponer la muerte, ¡entonces si, entonces transformo cualquier daño en recuerdo…!”


Extracto de 
"Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonia", de César Calvo
Editorial Peisa. Lima. 2011