Ayahuasca

24 de noviembre de 2014

Nada es permanente, nada es seguro

Hemos de concentrarnos en el Dharma de aquí y ahora, ya que el momento presente es cuando podemos dejar de apegarnos a las cosas y resolver nuestros problemas. Debemos hacerlo en este preciso momento, ahora mismo, porque el momento presente contiene tanto la causa como el resultado. El presente es el fruto del pasado. Y también, la causa del futuro. (…)
El Buda nos enseñó a desprendernos del pasado y del futuro. Al decir desprendernos no me refiero a que hemos de olvidarnos de todo, sino a que permanezcamos en el momento presente, donde el pasado y el futuro se encuentran. La palabra desprendernos es un modo de hablar, lo que significa es que hemos de ser conscientes del presente, en el cual se encuentran las causas y los resultados. Observamos el presente y vemos cómo los fenómenos surgen y desaparecen, surgen y desaparecen sin cesar. 
Aunque yo repita una y otra vez que los fenómenos surgen en el momento presente y que no son ni estables ni seguros, nadie se lo toma en serio. La gente no piensa en ello demasiado. Sea lo que sea lo que ocurra, yo me digo: “¡Oh! Esto no es permanente”, o “Esto no es seguro”. Es sumamente sencillo. Todo cuando ocurre es impermanente e inseguro. Pero al no verlo o comprenderlo, nos confundimos y angustiamos. Tomamos aquello que es impermanente por permanente. Aquello que no es seguro por seguro. Yo no ceso de decirlo, pero la gente no lo capta y vive persiguiendo una cosa tras otra constantemente.
Si de veras has encontrado la paz, permanecerás aquí, en el lugar del que estoy hablando, en el momento presente. Sea lo que sea que surja, ya sea cualquier clase de felicidad o de sufrimiento, verás que no es segura. Esta inseguridad es en sí el Buda, porque la inseguridad es el Dharma, y el Dharma es el Buda. Pero la mayoría de la gente cree que el Buda y el Dharma se encuentran fuera de uno.
Cuando la mente empieza a comprender que no hay nada en el mundo que sea seguro, los problemas originados por el apego y los vivos deseos empiezan a disminuir y a desaparecer. Al comprenderlo, la mente deja de aferrarse a las cosas, ya no se apega a ellas, y acaba poniendo fin al apego. Y cuando el apego desaparece, uno alcanza el Dharma; no hay ningún otro estado que sea más supremo. 
Todas las dudas desaparecerán de esta manera. Se extinguirán a través de este método de practicar en el presente. No hay por qué angustiarse por el pasado, porque ya no existe. Sea lo que sea que ocurriera, ha surgido y ha desaparecido, y ahora ya no existe. También dejamos de preocuparnos por el futuro porque, sea lo que sea lo que ocurra, surgirá y desaparecerá. 
Nunca decimos “aquí y ahora”. ¿Por qué no? ¿Qué tiene de malo el presente? Actuamos así porque seguimos estando implicados en las cosas. Seguimos disfrutando de lo mundano sin renunciar a ello. Preferimos dejar la práctica para el “futuro”. La práctica ha de hacerse en el presente, no hemos de esperar a hacerla en el futuro. 
Así es como se adquiere el conocimiento. Vivir en el bosque aporta paz: la mente se calma cuando los ojos no ven y los oídos no escuchan. La mente descansa de ver y de oír. Pero no descansa de las impurezas. Las impurezas siguen estando ahí, pero en esos momentos no aparecen. Es como el agua con sedimentos: cuando se aquieta, se vuelve clara, pero si alguien la agita, se enturbia. 
El samadhi que surge al vivir en un entorno tranquilo es así. Al experimentar este agradable y sereno estado, te sientes feliz, pero la felicidad no es duradera, porque la mente está influida por el deseo de algo que es mudable. Al cabo de un rato, cuando el estado del samadhi haya desaparecido, volverás a ser infeliz. 
Hemos de observar este punto con más detenimiento. Si no somos conscientes de la impermanencia, todo cuando poseemos se convertirá en motivo de sufrimiento cuando lo perdamos. En cambio, si somos conscientes de ella, podremos aprovechar las cosas sin sentirnos abrumados por ellas. Si logras hacerlo, tu mente estará en paz. 
Al practicar de esta forma nuestra mente está viendo constantemente las cosas con claridad. Los fenómenos surgen y desaparecen. Después de desaparecer, vuelven a surgir y luego desaparecen de nuevo. Si nos apegamos a lo que ocurre, sufrimos en ese mismo instante. En cambio, si no nos apegamos, el sufrimiento no llega a surgir. Vemos esta realidad en nuestra propia mente.
Todo cuanto hemos de hacer es observar nuestra mente en el presente. Nos desprendemos del pasado y del futuro para observar solo el presente, y vemos las tres características continuamente y en todo lo que existe. En el andar, hay impermanencia. En el permanecer de pie, hay impermanencia. En el sentarse, hay impermanencia. Esta es la verdad inherente a todo. Si estás buscando algo que sea seguro y permanente, sólo lo encontrarás en la verdad de que todo es impermanente y no de ningún otro modo. Cuando tu visión madura de esta forma, te sientes en paz. 
Aquel que sufre viviendo en soledad es un insensato, y el que sufre viviendo con otros, también lo es. Son como las cagarrutas de las gallinas: si se te pegan a la suela de los zapatos cuando estás solo, apestan. Y si se te pegan cuando estás acompañado, también apestan. Las llevas contigo allí a donde vayas.  
Si somos inteligentes, aunque vivamos rodeados de mucha gente y pensemos que no es un ambiente tranquilo, lo cual es en parte correcto, aprovecharemos la situación para adquirir sabiduría.  Pero si no entendemos las cosas correctamente, careceremos de determinación. Al principio desearemos vivir solos, hasta que nos hartemos. Después creeremos que es mejor vivir con un grupo y seguir una dieta sencilla. Pero al cabo de un tiempo cambiaremos de idea y pensaremos que es mejor consumir un montón de comida. Nuestra mente será como una veleta hasta que no vea con claridad las cosas. 
Al ver que en el mundo no hay nada seguro, comprenderemos que tanto las situaciones de escasez como las de abundancia son pasajeras y dejaremos de apegarnos a ellas. Nos fijaremos en el momento presente, dondequiera que nos encontremos. En este caso, si nos quedamos en el mismo lugar, estará bien. Y si viajamos, también. Todo nos parecerá bien, porque nos habremos concentrado en la práctica de reconocer las cosas tal como son. 
La gente dice: “Ajahn Chah sólo habla de que “no hay nada que sea seguro”. Se hartan de oírmelo decir y huyen de mí. No soportan escucharlo una vez más y se van. Supongo que se van para encontrar un lugar donde las cosas sean seguras. 

Todo llega, todo pasa. Ajahn Chah.