Ayahuasca

14 de agosto de 2012

El despertar en el plano de la mente - Adyashanti


¿Qué significa experimentar la no división en la mente? Todos sabemos cómo es estar divididos en nuestra mente, que nuestros pensamientos estén en  conflicto entre sí, que una parte de la mente diga: “Debería hacer esto”, y la otra parte diga: “No lo debería hacer”. Tener una mente dividida es tener una mente en conflicto consigo misma.

La mayoría de nuestras mentes se hallan en un gran conflicto. Nuestras pautas de pensamiento van y vienen entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo correcto y lo equivocado, lo santo y lo profano, lo que merece la pena y lo que no, e incluso entre lo iluminado y lo no iluminado.

A medida que despertamos vemos que en la estructura del pensamiento nada es una verdad definitiva. No me malinterpretes, no estoy diciendo que la mente no tenga valor o que sea algo malo. La mente, que no es otra cosa que los pensamientos, es una herramienta como todas las demás, tal como un martillo, una sierra o un ordenador lo son.

Hemos olvidado que la mente es una herramienta útil y poderosa. Todo empieza en ella. Cada coche que conduces, cada edificio, centro comercial, todo ello comenzó como un pensamiento en la mente de alguien.

Pero la conciencia humana no considera que la mente sea sólo una herramienta. Lo que ha ocurrido es que la mente ha usurpado la realidad. Se ha convertido en su propia realidad hasta tal punto que los seres humanos encontramos nuestro sentido de identidad –quienes creemos ser, nuestra autoimagen- en nuestro proceso de pensamiento.

En y por sí mismo, un pensamiento sólo es un pensamiento. No es intrínsecamente verdadero. Puedes pensar en un vaso de agua, pero si tienes sed, no te puedes beber el pensamiento. En nuestra conciencia humana, muchos pensamientos sólo piensan sobre otros pensamientos.

A medida que despertamos en el plano de la mente, empezamos a percibir desde más allá de ella. Nos damos cuenta de que la mente misma está vacía de realidad. Ver que la mente está vacía de realidad resulta radical. Es radical ver que todo nuestro sentido de identidad y el mundo mismo son creados por la mente. Esto es como un terremoto; el yo que percibimos que somos no tiene realidad.

Supone la destrucción de todo tu mundo. Y esto es algo que nunca podemos prever. Lo que se destruye es toda nuestra visión del mundo: todas las maneras en que estamos condicionados, todas nuestras estructuras de creencia y las de la humanidad… Todas estas estructuras y condicionamientos participan en la creación de este mundo particular, de este consenso que han acordado los seres humanos, de este considerar que las cosas son verdaderas… como “el mundo tiene que ser de una manera en particular”.

Cuando despertamos en el plano de la mente, empezamos a pensar: “Dios mío, mi manera de ver el mundo era totalmente imaginaria; literalmente estaba hecha de sueños”. No importa que te veas como iluminado o no, como bueno o malo, digno o indigno. La no división mental hace que todas esas estructuras del ego sean barridas completamente.

Buda dijo que todos los dharmas están vacíos.

Suelo decir que a la gente que no se equivoque: la iluminación es un proceso destructivo. No tiene nada que ver con ser mejor, ni con ser más o menos feliz. La iluminación es el desmoronamiento de la no verdad. Es mirar más allá de la fachada del fingimiento, la completa erradicación de todo lo que imaginábamos que era verdad. Es algo radical. No esperábamos ver que todo lo que considerábamos verdadero en realidad forma parte del estado onírico y mantiene dicho estado.

No existen los pensamientos iluminados. Ver esto puede ser un gran shock para el sistema. De hecho, la mayoría de nosotros nos protegemos de esta verdad. Decimos que queremos la verdad, pero ¿la queremos realmente? Decimos que deseamos ver la realidad, pero cuando aparece, es muy diferente de lo que habíamos pensado. No encaja en nuestro contexto ni en nuestras imágenes. Convierte nuestro mundo en escombros.

Cuando todo está dicho y hecho, no nos queda nada. Tenemos la manos totalmente vacías, no tenemos nada a lo que agarrarnos. No hay concepto, no hay estructura de pensamiento en la que puedas descansar. No podemos ver las cosas en su verdadera naturaleza hasta que dejamos de verlas en su naturaleza falsa.

El final de tu mundo. Adyashanti.