Ayahuasca

1 de diciembre de 2017

La impermanencia - Sogyal Rimpoche

¿Qué es nuestra vida sino una danza de formas efímeras? ¿No está todo cambiando constantemente: las hojas de los árboles en el parque, la luz de la habitación en la que leéis esto, las estaciones, el clima, la hora del día, las personas con las que os cruzáis por la calle? ¿Y qué podemos decir respecto a nosotros? ¿Acaso todas nuestras acciones del pasado no nos parecen hoy un sueño?  Los amigos con los que crecimos, los lugares favoritos de nuestra infancia, los puntos de vista y opiniones que tan apasionadamente defendíamos antaño: lo hemos dejado todo atrás. Ahora, en este preciso instante, la lectura os parece algo absolutamente real. Sin embargo, no tardará en ser tan sólo un recuerdo.

Las células de nuestro cuerpo mueren, las neuronas de nuestro cerebro se deterioran, e incluso la expresión de nuestra cara se modifica sin cesar en función de nuestro estado de ánimo. Lo que consideramos nuestra personalidad fundamental no es más que un “continuo mental”, sólo eso. Hoy nos sentimos bien porque todo va bien; mañana será lo contrario. ¿Adónde se habrá ido aquella sensación de bienestar? Nos habrán afectado nuevas influencias, en función de circunstancias cambiantes. Somos impermanentes, las influencias son impermanentes y no existe nada que podamos calificar de sólido o duradero.

¿Puede haber algo más imprevisible que nuestros pensamientos y emociones? ¿Tenéis la menor idea de lo que váis a pensar o a sentir dentro de un instante? De hecho, nuestra mente es igual de vacía, impermanente y transitoria que un sueño. Observad un pensamiento: viene, permanece un tiempo y se va. El pasado ya ha pasado, el futuro aún no ha surgido e incluso el pensamiento presente, conforme lo experimentamos, se convierte en pasado.

Sólo el instante presente, el “ahora”, nos pertenece realmente.

A veces, cuando enseño estas cosas, se me acerca alguien al terminar para decirme: “¡Todo esto me parece evidente! Siempre lo he sabido. Explíqueme algo nuevo”. Entonces le pregunto: “¿Ha comprendido y captado realmente la verdad de la impermanencia? ¿La ha integrado hasta tal punto en todos sus pensamientos, respiraciones y movimientos que su vida ha quedado transformada? Haceos esas dos preguntas: ¿Recuerdo en todo momento que estoy muriendo, al igual que todas las demás personas y cosas también mueren, de modo que trato a todos los seres, en todo momento, con compasión? ¿Mi comprensión de la muerte y de la impermanencia se ha agudizado tanto y se ha vuelto tan apremiante que consagro cada segundo de mi existencia a la búsqueda de la Iluminación? Si podéis responder afirmativamente a estas dos preguntas, entonces sí habéis comprendido realmente la impermanencia”.



El libro tibetano de la vida y de la muerte. Sogyal Rimpoche.