Ayahuasca

6 de noviembre de 2017

“¿Es Homo sapiens una forma de vida superior o solo el bravucón local?”

El Antropoceno

Con respecto a otros animales, los humanos hace ya tiempo que se convirtieron en dioses. No nos gusta reflexionar demasiado sobre esto, porque no hemos sido dioses particularmente justos o clementes. Si el lector mira el canal de National Geographic, va a ver una película de Disney o lee un libro de cuentos de hadas, fácilmente puede tener la impresión de que el planeta Tierra está poblado en su mayor parte por leones, lobos y tigres, que son tan numerosos como nosotros, los humanos. El león Simba reina sobre los animales de la selva, Caperucita Roja intenta librarse del Lobo Feroz, y el pequeño y valiente Mowgli se enfrenta a Shere Khan, el tigre. Pero, en realidad, ya no están aquí. Todavía llenan nuestros canales de televisión, libros, fantasías y pesadillas, pero los Simbas, Shere Khans y Lobos Feroces de nuestro planeta están desapareciendo. El mundo está poblado principalmente por humanos y sus animales domesticados.

¿Cuántos lobos viven hoy en Alemania, el país de los hermanos Grimm, de la Caperucita Roja y del Lobo Feroz? Menos de un centenar. (Y casi todos ellos son lobos polacos que han cruzado la frontera en los últimos años). En cambio, Alemania es el hogar de cinco millones de perros domésticos. En total, unos 200 000 lobos salvajes todavía vagan por la Tierra, pero hay más de 400 millones de perros domésticos. El mundo es hogar de 40 000 leones, frente a 600 millones de gatos domésticos, de 900 000 búfalos africanos “rente a 1500 millones de vacas domesticadas, de 50 millones de pingüinos y de 20 000 millones de gallinas. Desde 1970, a pesar de una conciencia ecológica creciente, las poblaciones de animales salvajes se han reducido a la mitad (y en 1970 no eran precisamente prósperas). En 1980 había 2000 millones de aves silvestres en Europa. En 2009 solo quedaban 1600 millones. En el mismo año, los europeos criaban 1900 millones de gallinas y pollos para producción de carne y huevos. En la actualidad, más del 90 por ciento de los grandes animales del mundo (es decir, los que pesan más que unos pocos kilogramos) son o bien humanos o bien animales domesticados.

Los científicos dividen la historia de nuestro planeta en eras tales como el Pleistoceno, el Plioceno y el Mioceno. Oficialmente, vivimos en el Holoceno. Pero sería más acertado denominar los últimos setenta mil años como Antropoceno: la era de la humanidad. Porque, durante estos mile“nios, Homo sapiens se ha convertido en el agente de cambio más importante en la ecología global.

Se trata de un fenómeno sin precedentes. Desde la aparición de la vida, hace unos cuatro mil millones de años, nunca una sola especie ha cambiado por sí sola la ecología global. Aunque no han faltado revoluciones ecológicas y episodios de extinciones masivas, estas no fueron causadas por la acción de un lagarto, un murciélago o un hongo concretos. Más bien, fueron causados por los mecanismos de fuerzas naturales imponentes como el cambio climático, el movimiento de placas tectónicas, las erupciones volcánicas y las colisiones de asteroides.

Algunas personas temen que hoy nos hallemos de nuevo en peligro mortal de erupciones volcánicas masivas o de asteroides que vayan a “impactar en la Tierra. Los productores de Hollywood ganan millones explotando estas inquietudes. Pero, en realidad, el peligro es escaso. Las extinciones masivas tienen lugar una vez cada muchos millones de años. Sí, es probable que un asteroide grande choque contra nuestro planeta en algún momento de los próximos cien millones de años, pero es muy poco probable que ello ocurra el próximo martes. En lugar de temer los asteroides, deberíamos temernos a nosotros mismos.

Porque Homo sapiens ha reescrito las reglas del juego. Esta especie única de simio ha conseguido en estos setenta mil años cambiar el ecosistema global de formas radicales y sin precedentes. Nuestro impacto ya corre parejo con el de las edades del hielo y los movimientos tectónicos. Dentro de un siglo, nuestro impacto podría superar al del asteroide que extinguió los dinosaurios hace sesenta y cinco millones de años.

Yuval Noah Harari. “Homo Deus