Ayahuasca

26 de agosto de 2014

CÓMO VIENE LA SABIDURÍA

 «¿Os habéis preguntado alguna vez cómo viene la sabiduría?» Sin que sus manos dejaran de tejer y sin levantar siquiera la vista para comprobar si la escuchábamos, continúa: «Había aquí en la reserva un hombre, un cartero, que oyó a unos Ancianos decir algo acerca de la recepción de objetos que daban enorme poder. Él no sabía mucho acerca de tales cosas, pero pensó cuán maravilloso sería poder recibir semejante objeto, que sólo el Creador podía concederle. En particular, oyó decir a los Ancianos que el objeto de máximo valor que una persona podía recibir era una pluma de águila y decidió que eso es lo que quería. Si conseguía una pluma de águila podría disponer de todo el poder, toda la sabiduría y todo el prestigio que deseaba. Pero sabía que no podía comprarla y tampoco podía pedir a nadie que le diera una. Sólo gracias a la voluntad del Creador podría llegarle algu-na». 

«Un día tras otro buscó por todas partes una pluma de águila. Se imaginaba que si mantenía abiertos los ojos, alguna se le cruzaría en el camino. Así las cosas, no pensaba en nada más que en eso. Aquella pluma de águila le tenía el pensamiento ocupado desde que el sol salía hasta que se ponía. Pasaron semanas, meses y años. Todos los días el cartero hacía su ronda, siempre en busca de la pluma de águila, para lo cual miraba con toda la intensidad que podía. No prestaba atención a su familia ni a sus amigos. Tenía la mente íntegramente volcada en la pluma de águila. Pero ésta no llegaba. El cartero comenzó a envejecer y la pluma seguía sin aparecer. Finalmente, llegó a convencerse de que, por intensa que fuera su mirada, no estaba más cerca de conseguir la pluma que el día que había comenzado a buscarla.»  

«Un día descansó al borde del camino. Se apeó de su pequeño jeep para repartir la correspondencia y mantuvo una conversación con el Creador. Dijo: "Estoy cansado de buscar la pluma de águila. Tal vez no sea yo digno de ella. Me he pasado la vida pensando en esa pluma. Apenas he dedicado un pensamiento a mi familia y a mis amigos. Lo único que me preocupaba era la dichosa pluma, y ahora me encuentro con que la vida casi se me ha pasado. He dejado de lado una gran cantidad de cosas buenas. Pues bien, abandonaré la búsqueda. Dejaré de buscar y empezaré a vivir. Quizá todavía tenga tiempo de hacer las paces con mi familia y mis amigos, de hacerme perdonar la vida que he llevado".» 

«Entonces —y sólo entonces— le embargó una gran paz espiritual. De repente se sintió interiormente mejor que en todos los años anteriores. Apenas terminó su conversación con el Creador e iniciaba su regreso al jeep lo sorprendió una sombra que pasaba sobre él. Protegiéndose los ojos con las manos, miró al cielo y vio, muy arriba, una gran ave volando. El ave desapareció casi instantáneamente. Luego vio que algo bajaba, flotando ligeramente en la brisa: una hermosa pluma de la cola. ¡Era su pluma de águila! Entonces se dio cuenta de que la pluma no había llegado ni un instante antes de que él hubiera dejado de buscarla y hubiera hecho las paces con el Creador. Aprendió finalmente que la sabiduría sólo viene cuando se deja de buscarla y se empieza a vivir verdaderamente la vida que el Creador ha pensado para uno. 

El cartero todavía vive y es otra persona. Ahora la gente acude a él en busca de sabiduría y él comparte todo lo que sabe. Y ahora que dis-pone del poder y el prestigio al que aspiraba, estas cosas ya no le importan. Se dedica a los demás, no a sí mismo. Ahora ya sabéis cómo viene la sabiduría.»

Leila Fisher (India Hoh) 

(extraido del libro Los guardianes de sabiduría. Wisdomkeepers. (Steve Wall y Harvey Arden)