Ayahuasca

4 de septiembre de 2017

Muerte de un Gran Árbol

Muerto.

Cuando parecía que la cordura y el sentido común se imponían.

Cuando había algo de esperanza en el homo sapiens y en esta mierda de sociedad.

Esta mañana, bien temprano antes de que nadie se pudiese molestar, dejando tras de sí un olor de muerte y gasolina y desapareciendo como si debiesen tener verguenza para siempre jamás...

Muerto. Como sus docenas, cientos, miles, millones de herman@s.

Mis tatarabuelos. Mis bisabuelos. Mis abuelos. Mis padres. Y los tuyos. Todos esos que han hecho del mundo lo que es, en su horror pero en su belleza también. Tantas canciones del mes de julio. Tanto amor la noche de San Juan. Tantos gatitos recién nacidos ahogados en el río. Tanta sombra. Tanta hoguera y tantas meigas, tanta barbarie. Tantos millones de chanchos muertos para alimentar la ignorancia. Tantos millones de árboles cortados para que te calientes los pies en invierno. Tú y tus abuelos. Yo y los míos. Nuestros ancestros.

Incluso ellos, por querer o por no tener tiempo, dejaron atrás un rastro de grandes árboles como el que esta mañana murió. Cuando los vemos, vemos ese tiempo de niños, ese tiempo de vacas, ganado, maíz, fiestas de pueblo, escuela del mes de septiembre, lluvias del mes de noviembre. Ramas desnudas de Navidad. Nuevos brotes esmeralda en la primavera cuando ya estamos hartos y cansados de tanto invierno.

Cada uno de los viejos, viejos, viejos árboles de esta tierra es la memoria y el testigo de los pies de nuestros abuelos. Y es el testigo y será la memoria de los caminares de nuestros hijos.

Mi casa mira siempre a un río. Siempre mira a un gran árbol. O miraba... Por que algunos duermen y sueñan pesadillas, pesadillas terribles producidas por los vapores soporíferos del chancho y el vino, por los ardores químicos de tantos vaporizados para preservar y conservar sus cosechas de uvas, de vinos, de alcoholes, de inconsciencia. Cada copa de vino es una gota del genocidio al ecosistema de esta tierra.

¿Has pensado alguna vez el coste de tus brindis? Cada copa de vino es un pedazo de bosque talado. Son miles de litros de agua contaminada de pesticidas, herbicidas. Son millones de abejas que mueren como mueren nuestros sueños. Ríos y pozos enfermos como enfermarán nuestros hijos. ¿Has reflexionado esto? ¿O no te gusta saberlo?

Yo vivo aquí. En esta Tierra. No porque me toca ni porque me obligan las circunstancias sino porque amo vivir en esta Tierra. Me gusta. Lo elijo. No todo el mundo puede decir esto: "elijo". Es un lujo. Y soy consciente de que el lujo es doloroso.

Porque vivo aquí me gusta cuidar donde vivo. El río donde bebo y que me limpia. El bosque a donde todos pertenecemos. Cada árbol que me mira. Cada hachazo y cada sierra son hachazos y sierras que me cortan, porque yo y todos somos este río y este bosque. Cada vez que corto un árbol soy consciente de que mato, de que ese árbol muere. Y no me hace feliz la idea. Vives en la inopia, en la absoluta ignorancia si crees que vas a sobrevivir sin ellos. Vives en la angustia y el egoísmo más absolutos porque sólo quieres para ti. Porque para tu bienestar cortarás cada árbol y ensuciarás cada palmo de tierra y río... Para ti es suficiente...

Siento mucho dolor y mucha rabia, y mucha vergüenza porque compartimos tanto mi querida Silvia Fandiño Gonzalez, tanto, porque tus bisabuelos y los míos son los mismos... y no hayas entendido que ellos amaban vivir aquí, donde tú destruyes.

Hay guerras injustificables, de conquista, de rapiña, de ambición. Pero hay guerras necesarias, de defensa, de evitar que mala gente ignorante haga males que afectan a todas las generaciones futuras.

Hoy tienes un enemigo en mí, Silvia Fandiño Gonzalez. Que Dios te bendiga y te cuide, porque lo vas a necesitar.